Hace 20 años llegó a Aragón con dos maletas y otras tantas palabras en su vocabulario. Ahora, es un emprendedor que ha hecho de esta su casa. Preside la Asociación de Desarrollo de la Amistad y de Cooperación de España y China.

-Debíamos habernos visto para celebrar el Año Nuevo Chino y vamos a tener que empezar hablando de coronavirus.

-Es verdad. En España, estamos tranquilos. Pero en China, la situación es difícil.

-¿Cómo lo viven en la distancia?

-Pues intentamos lanzar un mensaje: este no es un virus chino. Es un virus. Y los virus no tienen nacionalidad. Estos días, hemos sentido el apoyo de las autoridades aragonesas y españolas y eso es importante. Ha ocurrido en todo el mundo. Por otro lado, creo que el Gobierno chino ha llevado a cabo una acción muy rápida con medidas como la construcción del hospital para Wuhan en diez días.

-Sabe que, en Aragón, ese dato ha generado comparaciones con otras obras...

-Sí. Yo también se lo he dicho a algún político. Que deberían mandar a los chinos a hacer el hospital de Alcañiz.

-En Aragón, ustedes han hecho una campaña para enviar material a China.

-Hemos hecho una campaña para recoger y enviar mascarillas pero surgió como algo natural. Los propios chinos de Aragón empezaron a organizarse a través de grupos de whattsapp y cuando lo supimos en nuestra asociación quisimos organizar el envío. Y esto está ocurriendo en las asociaciones de toda España.

-Quiere decir que fue un movimiento solidario que surgió de manera natural.

-Nosotros somos así. Cuando pasan este tipo de cosas, no hay ninguna orden. Recuerdo, por ejemplo, el terremoto que hubo en 2008. Y otras ocasiones, en las que ha habido reacciones similares. Y en este tipo de movimientos participan hasta los niños, aunque sea con dos euros que tienen en su hucha. Es parte de nuestra cultura. Y una parte de nuestra cultura de la que estoy muy orgulloso.

-Hábleme de la comunidad china de Aragón...

-En Zaragoza, hay unos 8.000 chinos. En todo Aragón, unos 10.000. Muchos de ellos pertenecen ya a una segunda generación. La primera llegó a en los años ochenta. Inicialmente, no hablaban bien español y su único negocio eran los restaurantes chinos. Eso fue cambiando. ahora, hay una segunda generación de chinos que ya hablan perfectamente el idioma, que son dentistas, militares o policías. Ellos están integrados en la sociedad española.

-El idioma ha sido clave en este proceso.

Claro. Antes, se decía que éramos un grupo muy cerrado. Pero la dificultad del idioma hacía mucho. Ahora ocurre al revés. Ahora, hay celebraciones chinas que compartimos con los aragoneses porque queremos que conozcan nuestra cultura, con 5.000 años de historia, y porque nos preocupa que nuestros hijos no pierdan el contacto con ella.

-De hecho, usted tiene una escuela de idiomas... Para niños de familias chinas.

-Nuestros hijos están perdiendo el contacto con la cultura y manejan el idioma hablado pero no escrito. Lo bueno es que estos niños, cuando crezcan, hablaran de manera fluída chino, inglés y español. Podrán moverse por todo el mundo. Ellos serán el puente entre ambas culturas.

-Preside una asociación que, entre otras cosas, hace de vía de comunicación para las relaciones de empresarios chinos y españoles.

-Hay muchos empresarios chinos que quieren invertir fuera, tanto en España, como Francia e Italia. Nos suelen pedir información y, a veces, una delegación que les acompañe. Eso nos permite ayudar también a empresarios de Zaragoza, pequeñas o medianas empresas que, de otro modo, no podrían participar en este tipo de contactos. Hace un par de años, organizamos ya una delegación comercial de empresarios de Aragón para visitar cuatro ciudades importantes de China, en un viaje que se prolongó durante trece días.

-¿Cómo acabó usted en España?

-Llegué a Teruel, en el 2000, con dos maletas y sabiendo solo dos palabras: “hola” y “adiós”. Conseguí empezar a trabajar en un restaurante chino. Aprendí a hablar español con un libro y en mis ratos libres. Después me fui a Madrid, a Granada… Y en 2005, cuando empezó a hablarse de la Expo, creí que aquí tendría mayores oportunidades. Y me monté un restaurante en el Actur. Después, me di cuenta también que los chinos, por la dificultad del idioma, tenían problemas para sacarse el carnet, así que monté una autoescuela… Y, después, llegó la academia.

-Escuchándole, hace cierta la expresión de trabajar como un chino. ¡Son unos emprendedores natos!

A nosotros nos gusta trabajar. Nos gusta trabajar y vivir. Y somos gente tranquila. Y tenemos una ventaja. Si yo monto un negocio, tendré dificultades para invertir. Pero cuando nosotros montamos algo, no acudimos a un banco, son los propios amigos y familia los que suelen invertir y así nos ayudamos unos a otros. Eso es muy bueno para los pequeños empresarios, porque no hay intereses que pagar.

-¿Qué piensa de Zaragoza?

Es mi casa y me gusta. Tiene un tamaño perfecto, está bien situada y tiene 2.000 años de historia. Además, yo aquí ya tengo una familia. Mis hijos, una niña de doce y un chico de diez, nacieron aquí. Qué te voy a decir, si mi hijo juega en el San Gregorio.

-Acaban de estrenar año, el de la Rata... ¿Cómo lo ve?

-Los años en el calendario chino están marcado por doce animales. A la rata se le atribuye inteligencia y capacidad para hacer muchas cosas. Y, curiosamente, poca gente sabe que este año, el de la Rata, es el único en el calendario chino que tiene trece meses. Hay dos meses de abril, así que el 2021 llegará más tarde.

-¿Cómo le deseo feliz año nuevo?

-¡Xinnián kuàilè!