Esta madrileña afincada en Zaragoza acaba de publicar su primer libro, 'Quiero aprender a ser eficiente en el trabajo'. Es 'coach' ejecutiva y facilitadora en competencias emocionales. Y sí, se puede ser más feliz trabajando.

—¿Cómo se aprende a ser eficiente?

—Es un trabajo de disciplina, de entrenamiento. La eficiencia de recursos internos es una labor de entrenar, de saber qué recursos entrenar, de dónde poner el foco, del orden en el que poner en marcha esos recursos… Todo pasa por querer ser verdaderamente eficiente. Si se quiere, se puede hacer fácilmente.

—¿Cómo se entrena?

—Primero hay que decidir que quieres sacar partido de los recursos que tienes. Esa decisión no tiene por qué arrancar de un problema, sino de que te quieras sacar partido, sacarle otro sabor a las vivencias que tienes en tu puesto de trabajo. Aunque no lo parezca, lo más difícil es decidir eso: estar dispuesto a abandonar la zona de confort, de quejas, de endosamiento de responsabilidades a otros…

—Para mucha gente el trabajo es solo una obligación, una necesidad económica.

—Al final, si vas a dedicarle 8 horas a tu trabajo, tienes que saber cómo lo quieres hacer. Si quieres sacarle más partido, si te quieres sentir más solvente, si quieres usarlo para crecer y desarrollarte... O si quieres hacerlo con el yugo de estar pensando: «Y si estuviese en otro sitio, y si tuviese otros jefes, y si, y si…». Hay que estar ocho horas y lo sabes, la cuestión es enfocarlas de una forma u otra.

—¿Cuál es la situación más común que se encuentra en el ámbito laboral?

—El alto nivel de incertidumbre en el que estamos y la velocidad que la tecnología nos ha metido en el cuerpo. Ya no funcionan los parámetros de antes y los procesos de aprendizaje no son de hoy para mañana. Necesitas ir adaptando tu forma de ver las cosas a los nuevos entornos. Lo que me encuentro mucho es gente muy preparada, con mucha experiencia pero muy desorientada porque lo que hasta ahora le funcionaba ya no lo hace. Hoy en día necesitamos tirar de otro tipo de recursos, aspectos de relación, de saber el eco que vas dejando en tu entorno... Hay mucha desorientación.

—¿Es posible manejar un ambiente de trabajo complejo?

—Necesitamos ajustar mucho nuestros entornos para poderlos aterrizar en las realidades cotidianas. Nos encontramos por un lado los sistemas de organización y, por otro, con lo que nos cuentan que son. Cada empresa tiene una cultura corporativa, otra cosa es cómo se vive ahí dentro. Y el cómo se vive viene marcado por las personas que lideran. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se vive, que no suele estar coordinado. Hay que saber que tú solo no puedes transformar toda la organización, pero sí debes ser capaz de saber que todo lo que tiene que ver con el sistema no es tuyo. El libro se centra en la gestión que haces de ti mismo. Es situarte en un lugar de queja o buscar cómo encontrarte bien haciendo tu trabajo.

—¿Está el talento secuestrado?

—Talento es la capacidad de poner en valor todo aquello que sé qué utilidad tiene y dónde. Hay mucha gente que no sabe poner en valor su conocimiento y experiencia. Piensan que hacen las cosas bien y no les funcionan, pero no hacen las correctas para que su trabajo sea útil. No se trata de lo que sabes sino de ponerlo en valor, de saber para qué sirve lo que sabes.