Para Sergio Sebastián conseguir premios supone "tan sólo una pequeña parte de los momentos bonitos" que le da su profesión.

Hace unos días, este joven arquitecto bilbilitano recibía el Trofeo Ricardo Magdalena, promovido desde la Cátedra de Arquitectura de la Institución Fernando el Católico, por su obra en el espacio arqueológico de la sede de la Comarca de Daroca.

Un reconocimiento de prestigio y que se une a otros conseguidos en su "no muy larga" trayectoria profesional, pero si intensa, y que queda evidenciado, entre otros aspectos, por la concesión del premio internacional Blue Stone Award 2013.

Proponer un nuevo modelo de convivencia entre la arquitectura y la ciudad, entre los hallazgos históricos y los usos contemporáneos, ha sido su máxima seguida a la hora de diseñar este proyecto ganador: "Trabajar en un entorno histórico no debe reducirse a adoptar una actitud mimética o de copia, sino sobre todo de convivencia y de entendimiento, proponiendo una arquitectura adecuada a nuestro tiempo, pero atenta y cuidadosa con el lugar", explica.

Además de su obra, la Institución Fernando el Católico, dependiente de la Diputación de Zaragoza, también premió el trabajo realizado por el arquitecto, Guzmán de Yarza, sobre el patio del colegio La Salle, ubicado en la capital aragonesa, y las obras de recuperación de la Catedral de Tarazona, llevadas a cabo por un equipo multidisciplinar durante varias décadas y que continúan en la actualidad con la restauración del pórtico.

Para Sebastián, Guzman de Yarza ha sabido recoger a la perfección "la efusión y optimismo en algo tan especial como el momento de salir al recreo", y en el caso de la Catedral de Tarazona, las considera "una labor increíble".

Sobre su propio futuro, Sergio tiene claro que su intención es llevar su profesión hacia "el oficio", hacia todo lo que da sentido a la palabra profesión: "los arquitectos no somos "artistas", sino técnicos que proyectan y construyen, intentando buscar algo de belleza". Y hablando de futuro y viendo el declinar de los presentes y futuros arquitectos, Sebastián considera que la salida está en buscar la manera de hacer esta profesión "en cualquier contexto, encargo o trabajo, que, por pequeño que parezca, es una gran oportunidad para proyectar".

En cuanto a posibles referentes, sostiene que "no son sólo los grandes maestros los que enseñan, que por supuesto, sino que el arquitecto además tiene que fijarse en todo lo que le rodea" y así desempeñar una labor en la sociedad, que para este bilbilitano no sólo consiste en proporcionar objetos bonitos o curiosos, sino, además, adecuados, convenientes, y funcionales, papel que también atribuye a la propia ciudadanía y a sus dirigentes y "de esta forma, volver a reclamar ese papel sensato y cercano a las obras de arquitectura que en algunos casos se ha perdido".

No cabe duda que para un arquitecto, una ciudad como Calatayud se convierte en un lugar absolutamente apetecible para desarrollar sus proyectos, pero si uno, además, procede de ella, este interés se acrecienta. Y este sentido tiene muy claro que "en Calatayud hay un interesantísimo patrimonio latente y cargado de potencial que se ha de poner en valor".

Y es por eso que el reciente 'Ricardo Magdalena' lanza la idea de redactar un un catálogo minucioso y completo de todos estos elementos, constructivos, culturales y patrimoniales, para que sean recogidos en un práctico manual que sirva "no sólo para dar a conocer lo que tenemos, sino sobre todo a cómo intervenir y actuar".

Mientras tanto, Sergio continua su intensa actividad que, como asegura, "los premios la refuerzan".

Y así, entre sus trabajos más inmediatos se encuentra la museización del espacio arqueológico de Daroca, el desarrollo de un anteproyecto para la reforma de los edificios de la Audiencia Provincial y Juzgados de Teruel junto con los Servicios Técnicos del Gobierno de Aragón, además de la construcción de dos pequeñas viviendas unifamiliares, y un bonito proyecto para Calatayud, "del que por el momento no puedo adelantar más", puntualiza.