La noche se cierne sobre la montaña y nuestro ornitólogo, sin perder la esperanza, aguarda escondido en un escondrijo. Estamos a principios de verano, las once de la noche, y de pronto un ulular, como un silbido, rompe el silencio. Durante horas el sonido es casi ininterrumpido. Debería grabar un disco --piensa el ornitologo entusiasmado-- pues ha escuchado una de las sintonías más bellas de las noches españolas, el cortejo del autillo.

Con sus apenas 25 centímetros de longitud y su medio metro de envergadura es muy fácil de identificar. Es la menor de las rapaces nocturnas, récord que en las diurnas ostenta el esmerejón poquísimo más grande que el autillo. Suele habitar en los parques y jardines y sus árboles preferidos son los chopos siendo las choperas sus formaciones arboreas preferidas, anida en troncos y está en la península en verano y en primavera.

ANDRES NUÑO