Morata de Jiloca, 15 de enero de 2004

Querido abuelo Manuel:Abuelo, desde niña que yo recuerde, siempre mi padre me habló y me contó muchas cosas de usted, siempre con mucho cariño y admiración y yo desde mi infancia le he querido y sentido muy cerca pese a que nunca llegue a conocerlo.Cuando nací lo primero que hizo mi padre fue ponerme su nombre, y cuando empecé a comprender siempre me hablaba de usted, y de las cosas que hacían, eran una familia que vivian de su trabajo, humildemente, en un pueblo pequeño de la ribera del Jiloca. Yo le notaba a mi padre que cuando hablaba de estas cosas se le quebraba la voz, le gustaba contar cosas de su infancia, cuando vivían los cinco hermanos y los padres juntos aunque la felicidad duró pocos años.Físicamente no le conocí pero según me han contado creo que fue un hombre fuerte, no muy alto, rubio y de ojos claros. ¡Que lástima no tener ninguna fotografía de usted!, mi padre decía que en aquellos años esas cosas eran para las clases más acomodadas porque había que ir a Calatayud y estaba lejos. ¡Lo que yo daría por tener una fotografía suya! Ahora, en el pueblo, la escuela de adultos a la cual pertenezco, preparamos una exposición de fotografías antiguas, me ilusioné pensando que tal vez encontraría su rostro en alguna de ellas pero por más que he preguntado a las personas mayores y he mirado los grupos de niños de entonces, no he tenido suerte, usted no está en ninguna, aunque poco importa abuelo porque yo siempre lo he llevado en mi corazón, así me enseñaron a quererlo.Cuando en 1936 estalló la fatídica guerra, en el pueblo se hicieron dos bandos, usted era un hombre de izquierdas y por eso lo mataron, tenia 50 años. Las guerras ofuscan las mentes, y endurecen los corazones.Yo quiero decirle que con su muerte desgraciadamente perdió muchas cosas buenas, envejecer al lado de su mujer que de tanto sufrimiento se fue de cabeza, no ver crecer a sus hijos que no tuvieron un padre que los aconsejara y los protegiera, pero yo como hija de uno de ellos le puedo decir que siempre han sido buenas personasTambién le quiero contar algo que creo que le alegrará pues después de tantos años, hace unos días, se les rindió un pequeño homenaje en el Senado a todos los que desgraciadamente murieron como usted. Por primera vez se ha podido hablar en voz alta con orgullo, lo llamaron "homenaje a la memoria histórica", quizás sea algo insignificante después de tanto dolor y sufrimiento pero yo sentí una gran alegría porque al fin se acordaban de los que todavía están en las cunetas de las carreteras, yo no se donde está, pero no le olvido, porque sus hijos nunca lo olvidaron, vivieron con su recuerdo hasta el ultimo minuto de sus vidas y a quien no se olvida, vive siempre, y es mas, si me atreviera escribiría una frase que aparece al comienzo de un libro sobre Miguel Servet que acabo de leerme y dice así: "Matar a un hombre, por defender una idea, no es defender una idea, es matar a un hombre".Esta carta es para usted abuelo: Manuel "El Moncho".Manuela Beltrán Lallana