La comarca de la Comunidad de Calatayud está experimentando durante los últimos años un boom de casas rurales atraídas por un entorno privilegiado. Sediles en la ribera del Perejiles, Maluenda en la del Jiloca, Villarroya en la del Ribota, Castejón de las Armas junto al río Piedra o Bijuesca y Berdejo a la vera del Manubles son algunos de los municipios que cuentan al menos con una casa rural.

Pero este turismo no es exclusivo de las zonas ribereñas. Munébrega estrenará dentro de unos meses su tercera casa rural, un edificio del siglo XVI en la que su nueva propietaria, Mercedes Lavilla, ha invertido de unos 360.000 euros. Dice Mercedes que se enamoró de la casa cuando la conoció y que por ello decidió comprarla y convertirla en una casa rural. Una vez adquirido el inmueble comenzaron los trabajos de rehabilitación a cargo de la empresa Jarani, especializada en estos trabajos.

Durante la restauración han aparecido elementos que estaban tapados por actuaciones posteriores, como arcos, pilares y dibujos mudéjares, y que han sido rescatados para aumentar el encanto del inmueble. Según Miguel, encargado de la empresa Jarani, "durante la rehabilitación no se ha encontrado ningún tesoro, porque la casa en sí misma lo es". Se trata de un inmueble con 400 años de historia, que cuenta con una yesería, un empedrado y una arquería de gran belleza. Para este experto en restauraciones, las casas rurales no siempre lo son propiamente, lo son porque están en un medio rural.

Este inmueble cuenta con tres plantas de 460 metros cada una, de las cuales se han restaurado dos, y una finca anexa para la instalación exterior. En ellas se ha reformado dos salones, seis habitaciones dobles con baño, y una adaptada para minusválidos. Más de una decena de personas se encargan desde enero de la albañilería, la electricidad, la fontanería o la carpintería, y está previsto que se finalice en otoño. Antes de poner en marcha la obra se han obtenido algunas ayudas del Leader y se ha hecho un estudio para conocer la rentabilidad del negocio, según el cual pese a su alto coste podría estar amortizado en unos diez o quince años con una ocupación media del 30%.

R. CRISTOBAL