Fría y larga. Así fue la noche para los tres tripulantes del hidroavión que el jueves de la semana pasada sufrió una avería cuando llenaba el depósito de agua en el embalse de La Tranquera. Los militares tuvieron que pasar la noche como duermevelas dentro del aparato, tal como marca la normativa de navegación castrense, a la espera de que una unidad especializada acudiera el viernes a sacar la aeronave del agua. El aparato remontó el vuelo el sábado.

"No podíamos abandonar el equipo, de modo que hemos permanecido en el interior para controlar cualquier percance y estar en contacto con los mandos a través de la radio", explicó Javier Lozano, teniente del Grupo 43 del Ejército del Aire con base en Madrid y destacado en Zaragoza.

La avería se produjo por la rotura de uno de los flotadores cuando procedían a las 8 de la tarde del jueves a llenar el tanque de agua en el embalse de la Tranquera para extinguir un pequeño incendio que se había producido en Tobed. "Enseguida notamos que había un problema en uno de los flotadores que tiene el hidroavión bajo las alas e intentamos reemprender el vuelo, pero con el flotador inundado y el tanque lleno ya fue imposible realizar la maniobra adecuada", explicó el teniente Lozano.

Sin embargo, los militares no perdieron la calma y navegaron con el aparato, un Canadair, hasta la orilla, donde quedó anclado. "Había rachas de viento muy fuertes, al menos de treinta nudos, y se nos echó la noche encima, así que no pudimos hacer nada", aseguraron el alférez Manuel Guillén y el brigada Félix de la Fuente, que completaban la tripulación en ese momento.

Durante la tarde siguiente llegaron miembros del destacamento especializado de La Maestranza de Albacete para reflotar el ala hundida del hidroavión y poder sacar el aparato del pantano

"Mantas, bocadillos e incluso termos de café, y todo en la barca de Pepe". Los tres militares pasaron la noche con "cierta comodidad" gracias a la colaboración de un vecino de Nuévalos que se brindó a llevarles en su barca hasta el hidroavión víveres y ropa. "Se ha portado fenomenal", aseguraban ayer los tripulantes del Canadair, que no escatimaron los elogios para este vecino casi anónimo.

La gran expectación que se creó entre los clientes del merendero Los Cañizos, situado a escasos 100 metros del lugar, permitió que los militares no se encontraran solos en ningún momento. Pero ni la Guardia Civil ni el helicóptero del 112 del Gobierno de Aragón ni la UVI móvil del 061 ni los bomberos de Calatayud. Aunque todos ellos acudieron a la zona para ayudar a los tripulantes, el verdadero héroe de la noche fue Pepe, el barquero.

R. CRISTOBAL