Era la cenicienta del baile de graduación y frecuentaba las bodegas de segunda clase para vender su cuerpo. Una uva anónima y servil que le hacía la cama a otras variedades nobles, con las que alternaba, a modo de relleno, para darles contraste y color pero sin olvidar las diferencias y casi siempre en menor proporción. La supremacia del tempranillo y, posteriormente, la introducción de varietales foráneas mejorantes, la relegaron durante años --incluso en España--, al ostracismo. Pero el tiempo la ha puesto en su lugar, la historia de la Bodega Virgen de la Sierra, como la de tantas otras de la Denominación de Origen de Calatayud, es la historia de la Garnacha.

Rafael Muñoz llegó a Villarroya de la Sierra hace siete años cuando todo el vino de su cooperativa se vendía a granel. "Pero se vendía sin esfuerzos", explica Muñoz. Bodegas con renombre compraban su vino, fundamentalmente de garnacha, para mezclarlo con otras variedades y eso, tal como reconoce hoy, le dio que pensar al nuevo director gerente. "Si el mercado adquiría todos nuestros caldos era porque se trataba de un buen vino, de modo que nos propusimos embotellarlo aquí mismo", asegura Muñoz.

La Bodega Virgen de la Sierra ha cumplido 50 años desde su creación en 1954. Desde entonces ha mantenido aproximadamente la proporción de sus caldos, un 50 % de garnacha, y en menor proporción el macabeo y el tempranillo. En los último años sí se han sumado variedades foráneas como el Sirah-Merlot o el Cavernet Souvignon, pero lo que ha cambiado desde entonces es sobre todo la aceptación de la garnacha en el mercado nacional e internacional. "Actualmente, la garnacha es la bandera del vino aragonés y, sobre todo, de la D. O. Calatayud. Países como Suecia o Noruega están descubriendo la calidad de estos caldos, algo que ya sabíamos en España aunque no habíamos sido capaces de transmitir", explica Muñoz.

Canadá y Estados Unidos han sido los últimos en incorporarse al mercado de la Garnacha, aunque eso sí, con mucha fuerza. "Es nuestro mercado más floreciente. Continuamente llegan empresarios estadounidenses para comprar nuestro vino", explica el gerente. Esta cooperativa exporta caldos además a Francia, Alemania, Italia, Holanda, Bélgica, Austria, Irlanda, Reino Unido, Nueva Zelanda o Singapur. "Ahora que tenemos asentado el mercado exterior hemos vuelto nuestras mirar otra vez al mercado interior", asegura Muñoz.

Desde el año 2000 esta cooperativa ha invertido casi un millón y medio de euros (230 millones de pesetas) en la modernización del proceso de producción y su embotellado -que no se realizaba hasta hace cuatro años--. La última inversión ha consistido en la canalización por una tubería fija para la conducción de la distintas variedades y calidades de uva, y en una nueva embotelladora. También se ha modernizado el aspecto de la cooperativa aunque como reconoce su director gerente lo que queda ahora por hacer "es mejorar un poco su aspecto exterior". Sin embargo, se conservan todavía los depósitos de hormigón, porque aunque hace año hubo un boom del acero, el tiempo ha demostrado que para algunas clases de uva como esta el hormigón revestido conserva mejor sus propiedades.