Desde el pasado 5 de mayo, Ejea de los Caballeros recuerda a los siete ejeanos deportados a campos de concentración nazis con unos adoquines de la memoria. Ese día se colocaron en la plaza de Marmande, como resultado de una iniciativa en la que han unido intenciones el Ayuntamiento de Ejea y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica Batallón Cinco Villa, estos adoquines para guardar memoria de quienes habían huido de la Guerra Civil y acabaron siendo víctimas de una de las mayores tragedias del siglo XX, la del Holocausto nazi.

La fecha del 5 de mayo no se eligió al azar ya que en la misma fecha de 1945, las tropas aliadas liberaron el Campo de Mauthausen, conocido con el sobrenombre de ‘El Campo de los españoles’ porque ahí fueron enviados más de 7000, de los cuales 5.000 no salieron con vida. Además, en 2019 se cumple el 80 aniversario de la finalización de la Guerra Civil y la salida al exilio de miles de republicanos españoles que, huyendo del avance franquista, fueron sorprendidos por la 2ª Guerra Mundial y deportados a campos de exterminio y concentración nazis.

Aunando ambas fechas, el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros quiso honrar la memoria de siete exiliados ejeanos: Pablo Aguas Muñoz, José Francés Jiménez, Mariano Laborda Arilla, Ramón Lacima Giménez, Ángel Lambán Abadía, Ignacio Parral Ripamilán y Santiago Raga Casanova, que sufrieron la trágica experiencia. Para ello, unidos en la iniciativa con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica Batallón Cinco Villas se colocaron los citados adoquines.

En un solemne acto que estuvo presidido por la alcaldesa de Ejea, Teresa Ladrero, y el concejal de Cultura, José Antonio Remón, se posaron flores sobre los adoquines de la memoria y se contó con las intervenciones de familiares de los homenajeados como Jeannine Laborda (familiar de Mariano Laborda) y Carlos Espés (familiar de Ramón Lacima), además de un representante de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica Batallón Cinco Villas.

INICIATIVA INTERNACIONAL

Adoquines de la memoria se llaman a unos pequeños bloques de metal, incrustados en el pavimento, en los que se graba el nombre de las víctimas y otros datos significativos sobre ellas (fechas de su nacimiento, de su deportación, de su muerte o de su liberación).

En alemán se denominan Stolpersteine y fueron un proyecto emprendido hace más de 20 años por el artista alemán Gunter Demnig para honrar con su nombre a las víctimas del nazismo. Cuando es posible, se colocan ante el que fue su último domicilio. Cuando no es posible, se ubican en otros espacios urbanos pero siempre insertos en el suelo porque como argumenta Demning, el artista promotor de la idea, «quien quiere leer la inscripción tiene que inclinarse; y ese gesto es ya un homenaje».

La iniciativa nació en Alemania pero se ha ido extendiendo a otros países como Austria, Hungría, Italia, Francia, Bélgica, Polonia y también en España hay algunas a las que ahora se ha unido Ejea de los Caballeros. Un gesto con el que se rinde homenaje y recuerdo singularizado a las víctimas del nazismo, contribuyendo a la reparación de su memoria y a la expresión de la solidaridad y el afecto por ellos. T