La tarde del sábado empieza a las 17.00 horas para muchos adolescentes/niños (13 años) en la puerta de una tienda donde poder comprar bebidas alcohólicas. Dentro se pide ron, vodka, cubitos de hielo, vasos de plástico. En la nevera de las cervezas un cartel anuncia la prohibición de vender alcohol a menores aunque en muchos casos nadie les pedirá el carnet de identidad. «Si vamos a un supermercado tenemos que ir con alguien que tenga 18 años sino no nos lo venden».

Al poco tiempo llegan al parque cargados con bolsas llenas de alcohol menores con granos en la cara a los que todavía no les ha cambiado la voz. Allí empieza el juego de mezclar y de ingerir la mayor cantidad de alcohol posible. Tienen que volver a casa a las 23.00 horas y sus padres no tienen que pillarlos.

La mayoría de los adolescentes que hace botellón confiesa que en alguna ocasión ha vomitado «no estaba acostumbrado y me sentaba mal», pero no han necesitado ir al hospital por intoxicaciones etílicas. Sin embargo, un numero importante también se «pasa», Las estadísticas indican que los servicios de urgencia de las diferentes comunidades autónomas atendieron en 2015 más de 5000 menores por intoxicación etílica.

Los 12 años, que implica el paso al Instituto es un momento delicado. Los chicos empiezan a sentirse mayores y a querer comportarse como tales y eso en nuestra sociedad implica beber alcohol. Socialmente se le da muy poca importancia. Los padres minimizan el problema «¿Quien no se ha pasado alguna vez con el alcohol?», algunos hasta les hace gracia y otros compran el alcohol a sus hijos para que así sea de mejor calidad.

Dejamos a criterio de los menores lo que es aconsejable hacer o no hacer con algo tan peligroso como es el alcohol. Para los menores beber es un «juego» en torno al cual se socializa.

No podemos pedir a un menor que sea él quien se proteja del alcohol, porque no le toca; no es lo suficientemente maduro. Somos los adultos los que debemos acompañar y marcar el camino de lo que significa madurar. Y somos los adultos los responsables de que los riesgos para los menores aparezcan lo más tarde posible.

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