La resiliencia en la infancia y la adolescencia

Quizás se tiende a pensar en la resiliencia como un rasgo invariable de los individuos. Sin embargo, esta capacidad depende, no solo de factores personales, sino familiares y de la comunidad. Por ejemplo, un niño o una niña preadolescente que pierde a un progenitor en este momento de la vida, podrá hacer frente a esta situación de diferentes maneras. A nivel individual, influirán, entre otros, factores como el temperamento, la capacidad para comunicarse eficazmente y para pedir ayuda cuando lo necesite. A nivel familiar, influirá la existencia de, al menos, un vínculo de apego seguro; tener un talento o afición valorado por adultos o iguales significativos, así como la existencia de recursos de apoyo práctico. A nivel comunitario, serán importantes las relaciones extra familiares —por ejemplo con un profesor o una profesora— positivas, de apoyo y que acompañan en las transiciones de la vida.

La investigación sobre niños, niñas y adolescentes resilientes identifica las siguientes características:

1. Tratan de evitar resultados negativos y/o logran resultados positivos a pesar de encontrarse en una situación adversa para su desarrollo.

2. Manifiestan competencia bajo situaciones de estrés.

3. Muestran recuperación del trauma.

En conclusión, decir que la salud mental de las personas empieza en el útero materno; que en la infancia y en la adolescencia se desarrollan múltiples procesos bio-psico-sociales que van a ser cruciales para atravesar las diferentes etapas vitales y que una persona puede ser resiliente frente a una situación concreta y vulnerable frente a otra distinta. La diferencia puede estar en tener la oportunidad de nutrirse con un acompañamiento incondicional, una presencia o un vínculo con una persona que ayuda a resignificar las experiencias traumáticas del futuro niño o niña resiliente.

Para más información, consultar a la Unidad de Salud Mental de las Cinco Villas, Paseo Constitución S/n. Teléfono 976662624. T