La estación de tren de Gallur vuelve a contar con personal de seguridad que vigila que los pasajeros crucen adecuadamente las vías, aunque únicamente en horario de mañana. El pasado 25 de enero se incorporaba uno de los dos trabajadores con que se había contratado hasta que a mitad del mes de marzo del año pasado Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) comunicó a los usuarios que retiraba este servicio por la entrada en vigor del estado de alarma como consecuencia de la pandemia de covid-19.

La Plataforma pro-apertura de la estación de tren de Gallur considera que la llegada de un operario es una buena noticia, pero «denuncia la precariedad del servicio que ha comenzado a prestarse en horario de 7.30 a 14.30 horas».

El portavoz de la plataforma, Víctor Sentís, indicó que están «preparando una reclamación para pedir que se preste en su totalidad, ya que ahora solo se cubren con vigilancia cinco de los doce convoyes que tienen parada en Gallur con el riesgo evidente para los usuarios del resto». El problema para cubrir estas plazas puede deberse al escaso atractivo para los trabajadores al estar ofertadas fuera de la capital aragonesa, lo que hace necesario incrementar el esfuerzo y tiempo de desplazamiento al lugar de trabajo.

RESTITUCIÓN DEL PERSONAL

La plataforma pro-apertura de la estación de tren, que incansablemente sigue luchando y trabajando por salvaguardar y reivindicar un buen servicio para los viajeros de esta línea, ya reclamó en el mes de julio la restitución de este personal ante el Ministerio de Fomento después de la mejoría de la situación sanitaria.

Este colectivo cuenta con el aval de la sentencia dictada en firme en septiembre del 2001 por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que a su vez atendía un informe elaborado por el Gobierno de Aragón dos años antes, en la que se obliga a Adif a dotar a estas instalaciones de las medidas de seguridad adecuadas.

Se da la circunstancia de que el corredor alberga una circulación de, al menos, 80 trenes diarios, con una velocidad media de 120 km/h, con lo que los viajeros, dada la compleja y peligrosa ubicación de la estación ferroviaria de la localidad, exponen sus vidas a cruzar las vías en condiciones de máximo riesgo. T