Desde el salón de plenos del Ayuntamiento de Sástago, días atrás, y a través de la gran cristalera miraba yo el río, sus aguas un tanto crecidas, saltando por encima del azud. Esta estampa, en tantas ocasiones contemplada, trajo a mi mente algo que hacía una semana había leído en la prensa, noticia en la que los alcaldes de las poblaciones de la ribera temían que de nuevo pudiese haber alguna riada, de manera especial en los meses de febrero, marzo e incluso en abril. No hay duda que tienen toda la razón al estar preocupados y muy temerosos ante la posibilidad de nuevas avenidas. En esta parte de los meandros, se observa la necesidad de limpiar el curso, ante la cantidad de vegetación que crece salvaje, sobre puntos del lecho, islotes, mejanas boscosas, y recodos, que hacen que el ímpetu de las aguas busquen salidas, arrastrando todo cuanto encuentra y se opone a su paso.

Sástago, por su situación sobre el altozano, no tiene el problema de la mayoría de las poblaciones ribereñas, pero sí, al estar rodeado por el río contiene gran número de mejanas, sotos, galachos y alamedas, algunas tan visibles como las del paseo canteras cuya línea de chopos, ahora en su desnudez invernal, muestra su fealdad de troncos, rotos, huecos apolillados y carcomidos, que la Confederación Hidrográfica del Ebro y la consejería de Medio Ambiente del Gobierno aragonés deberían permitir una limpieza a fondo, talando esos chopos y de inmediato sustituirlos por nuevos plantones de las especies autóctonas. ¡Respetando en todo momento la naturaleza! Además habría que quitar esas torretas de hierro que hay sobre la presa y que otrora servían de soporte al tendido de una línea eléctrica. Ahora ya no, son solo chatarra oxidada, herrumbre. Hay otra más grande en el lado derecho, que en algún momento puede romperse por si sola ya que se encuentra completamente carcomida por el moho, y representa un serio peligro junto al paseo de la orilla.

No hay duda de que hay espacios a lo largo de la cuenca muy bellos, zona de bosques y arbustos, humedales que tienen unos valores térmicos que atraen a muchas especies de animales, pero ello no debe de ser óbice, insisto, el dragar y limpiar aquellos puntos que oponen resistencia al libre discurrir de las aguas. Con esto se aliviaría en parte la preocupación y el temor de los habitantes ribereños.

VICTOR SARIÑENA

CRONISTA OFICIAL SASTAGO