El pasado 25 de junio tuvo lugar una nueva edición de la fiesta que en honor a San Juan celebra el municipio de Pina de Ebro, con la circunstancia de que en esta ocasión se cumplían veinte años desde que esta centenaria celebración fuera rescatada del olvido.

Como marca la tradición, el primero de los actos festivos fue la celebración de una eucaristía en honor al patrón, San Juan Bautista. Más tarde, José Zumeta, alcalde de Pina, dirigió a su pueblo desde el balcón de la Casa Consistorial un breve discurso tras el que cedió la palabra a un invitado muy especial, Javier Lambán, presidente de la DPZ, quien fue el encargado de pronunciar el tradicional pregón de este año. En su intervención, el presidente provincial hizo referencia a la reciente candidatura de Zaragoza como sede de la Expo 2008, señalando que un acontecimiento de esta envergadura incluirá y beneficiará no sólo a la capital, sino a toda la provincia y a todo Aragón, muy especialmente a las localidades que, como Pina, se sitúan en el curso del Ebro.

Terminado el discurso los alabarderos dispararon las salvas de rigor y con ellas dio comienzo oficialmente la celebración del toro de soga. La actuación del grupo de jota Miramón fue el primero de los actos de la fiesta. En la calle, rodeados del público, los componentes de esta agrupación ofrecieron una nueva muestra de su arte bailando dos piezas e interpretando varias jotas cantadas, terminadas las cuales dio comienzo el acto central de la celebración: la conducción del toro ensogado por diversas calles del pueblo.

Para sujetar al astado con seguridad y sin dañarlo se le coloca un arnés al que se atan dos cuerdas, una hacia delante y otra hacia detrás, de las que tiran dos grupos de sogueros, de forma que pueden conducir al animal e inmovilizarlo si intenta envestir. Un año más a lo largo de todo el trayecto acompañaron al toro unas veces a su lado y otras corriendo delante de él un nutrido grupo de vecinos y visitantes que se acercan a conocer esta fiesta, jinetes a caballo y los citados alabarderos que disparan salvas durante todo el recorrido, todos ellos uniformados a la usanza del siglo XVIII completaron la comitiva.

La tradicional chocolatada preparada y servida por la Asociación de Mujeres La Atalaya, y la actuación de una orquesta que animó al baile hasta altas horas de la madrugada pusieron fin a esta nueva edición de la fiesta de San Juan con la que se inicia la temporada de verano.

G. ABADIA