Durante dos días las calles de Alfajarín se han llenado de caballeros y princesas, juglares y soldados del medioevo para la celebración de las IV "Jornadas Medievales" en las que se conviven los actos formativos, como conferencias y exposiciones, con los lúdicos y teatrales. Todos ellos programados para conmemorar la victoria de Alfonso I El Batallador sobre el cruento ejército musulmán de Al-Muqtadir, rey de Zaragoza, quien ocupaba el castillo alfajarinense.

Precisamente, esta fortaleza es el escenario donde se organizan todos los actos. Un enclave magnífico, puesto que se sitúa en lo alto de un impresionante montículo rocoso. Un paraje artístico y natural, recientemente recuperado por el consistorio, que contribuye a potenciar la espectacularidad de la jornada.

Hasta allí se desplazaron medio centenar de alfajarinenses, arengados por otros tantos actores zaragozanos y valencianos, para llevar a cabo todas las representaciones. Una de ellas, la toma del castillo, que tuvo lugar el sábado por la tarde, fue el acto estrella. Para este momento, los vecinos del municipio en el papel de cristianos se vistieron con cotas de malla, portaban escudos, espadas y largas capas de ricas telas. Por su parte, las mujeres lucían coloridos trajes confeccionados con magníficos tejidos, tocados de gasa en sus cabezas y vistosos complementos, como zapatos y joyas. Igual vistosidad tenían las vestimentas que llevaban los moros, con sus sedas y adornos que relucían al incidir en ellas la luz.

Al caer el sol la expectación se adueñó de los presentes, quienes observaban a las tropas que se disponían a comenzar la batalla. Previamente, las tropas moras habían ofrecido a los curiosos un espectáculo de danzas del vientre. Por su parte, los arqueros y mesnaderos cristianos habían hecho un ritual de hermanamiento e invocado a San Juan, para que los ayudara en su lucha, puesto que eran menor en número que los sarracenos. Una plegaria que, según recoge la historia, oyó el santo ya que los cristianos recuperaron su castillo. Aplausos, música y gritería se fusionan en un estruendo tremendo con el que se da por concluida la representación en la que los improvisados actores de Alfajafín han intervenido de manera excepcional.

Tras la puesta en escena del acontecimiento histórico se sucedieron otros actos, como el mercadillo medieval, el taller de cerámica para niños o los cuentacuentos para grandes y pequeños. Después, con los primeros rayos de la luna comenzó la procesión de las antorchas y los arqueros encendieron la hoguera.

En este ritual se conjugan superchería y tradición, ya que, según cuentan los lugareños, el fuego sirve para alejar a los espíritus de las brujas que fueron quemadas en tiempos del medievo y que, ahora, moran en la cripta del castillo.

Encendida la pira en lo alto del castillo continuó la fiesta hasta altas horas de la madrugada con la actuación de un grupo de música aragonesa. El broche de oro a una velada en la que se fusionan tradición, magia e historia.

NURIA ASIN