En la actualidad, la mayoría de los padres animamos a nuestros hijos a practicar actividad física y, sin embargo, normalmente en nuestra escala de valores le damos más importancia al rendimiento académico, a aprender un idioma o a tocar un instrumento musical que al deporte, por lo que quizá estamos minusvalorando el papel fundamental que tiene el ejercicio en lo más importante, el bienestar y la salud de nuestros retoños.

Uno de los factores perjudiciales en la salud de los niños es el exceso de peso corporal. A día de hoy alrededor de un 40% de la población infantojuvenil padece obesidad o sobrepeso, lo que ha llevado a varios autores a apuntar que la obesidad es la epidemia del siglo XXI.

Un niño con sobrepeso tiene muchas más probabilidades que un niño con normopeso de padecer obesidad en su edad adulta, y, si esto se produce, estos chicos/as tendrán a largo plazo un mayor nivel de mortalidad debida a todas las causas, de enfermedades coronarias, de afecciones cerebrovasculares, de cáncer colorrectal, de artritis y de diabetes.

Para tratar, prevenir y revertir este extendido problema de salud la actividad física tiene que ser un elemento principal y debe ser combinado con una alimentación saludable.

Aparte de combatir la obesidad, el deporte parece generar beneficios en el marco académico de los niños.

Se ha demostrado en diversos estudios científicos una relación positiva entre la práctica deportiva y el rendimiento académico. Esta circunstancia es debida, entre otros aspectos, a que con la actividad física regular el cerebro se activa en mayor medida y recibe un alto flujo sanguíneo, estimulando la función cognitiva.

Además, la capacidad de atención y la memoria, cualidades directamente relacionadas con el rendimiento académico en escolares, son estimuladas a través del ejercicio físico.

Por tanto, es una gran idea animar a los niños a practicar cualquier tipo de modalidad deportiva diariamente ya que favorece directamente a su salud física e intelectual. T