Los escolares de Alpartir continúan el aprendizaje de manera extraordinaria desde sus casas. La comunidad educativa y el consitorio se coordinaron para poner a disposición de las familias los recursos materiales, tecnológicos y humanos necesarios. «Hemos repartido material educativo para todos los alumnos. Aprovechando la colaboración del ayuntamiento se ha ido casa por casa», explica José Antonio Rodríguez, maestro rural del colegio Ramón y Cajal. «Vamos al colegio y preparamos las bolsas con el material para cada alumno. Cada dos semanas se realiza el reparto por todo el pueblo».

El material es diferente dependiendo del alumnado, ya sean dispositivos digitales, pinturas, juegos de Lego…), y no solo va dirigido a Infantil y Primaria sino también a Secundaria. «Desde el centro se ha realizado un préstamo de equipos informáticos a alumnos del instituto para poder asistir a las clases virtuales, ya que no disponían de ordenador en sus casa y realizaban las tareas con el móvil».

Como recurso pedagógico y de ocio, la música puede ser una buena compañera durante el confinamiento educativo. En Alpartir lo llevan a la práctica a través de un instrumento. «Decidimos comprar ukeleles para los de 4º, 5º y 6º de Primaria y la profesora de música les manda tareas».

Con la grave crisis sanitaria provocada por el coronavirus y la declaración del estado de alarma, la llegada del confinamiento se vivió «con desconcierto», admite. «Nadie estaba preparado para cambiar las clases presenciales por unas virtuales. En la etapa infantil hay que recurrir más a los padres, mientras que los mayores sí tienen más autonomía. Con el resto de alumnos tenemos más contacto por WhatsApp y videollamadas».

El profesorado trabaja estos días sobre todo el aspecto «emocional». «Estamos permanentemente en contacto con las familias por si necesitan algo y con servicios sociales y consistorio», reconoce.

Además, tras recurrir a la iniciativa solidaria y ciudadana Frena la curva, el colegio facilitó a un alumno de sexto sin wifi en su casa una tablet y un móvil con recarga de datos para disponer de conexión a internet. También aprovechó esta plataforma para ofrecer a los alumnos que lo necesiten los ordenadores de las aulas.

De esta difícil situación, Rodríguez extrae una lectura positiva: «En momentos difíciles sale lo mejor de las personas. Tenemos el apoyo y comprensión de las familias. Agradecen que estemos en contacto con ellas y esto es lo que nos ha unido más como comunidad educativa», admite. T