Los ganaderos y los Ayuntamientos de Rueda de Jalón y Lumpiaque han vuelto a establecer los ancestrales lazos que unen a los dos municipios tras firmar, después de 13 años, un contrato de arriendo de los pastos para el ganado ovino en estos dos términos municipales.

Benito Villar, de Lumpiaque, y David Pinilla, de Rueda de Jalón son desde ayer (el viernes 12 de noviembre) "los rematantes", o lo que es lo mismo, los representantes del sector ganadero de estas dos localidades, constituido por unos diez ganaderos y unas 8.000 cabezas de ovino.

Ellos firmaron, junto con los representantes municipales de las dos poblaciones, un contrato de arriendo por el que adquieren el derecho de llevar sus ovejas a pastar a los parajes de Camporroyo y Chiló, una extensión de unas 6.000 hectáreas constituidas por monte público y fincas particulares. El contrato se ha firmado para los próximos doce meses pero, tras 13 años de suspensión, se espera seguir renovándolo con la misma periodicidad que manda la tradición dejando atrás así más de una década de "malentendidos".

Todos los representantes de los colectivos implicados mostraban ayer su entusiasmo por volver a firmar un contrato que normaliza la situación de los pastos, una alegría más relacionada con la sensación de recuperar una tradición que con tener los documentos pertinentes. De hecho la fuerza de la costumbre ha sido más fuerte que el poder del papel legal y las mismas normas que se han mantenido durante siglos se han venido aplicando desde 1991, año en el que se firmó el último contrato. Por aquel entonces había algún ganadero más pero la situación del sector tampoco ha cambiado mucho por esta zona.

Históricamente, según recuerdan los implicados, este acuerdo siempre se firmaba a mediodía en Rueda de Jalón. La intención del alcalde de Lumpiaque de principios de los 90 de trasladar esta firma a su municipio junto con el inicio de reivindicaciones en defensa de los intereses de cada una de las partes implicadas generaron un conflicto que se ha prolongado hasta el pasado viernes. "Desde entonces ha habido muchos intentos para resolverlo y al final se ha vuelto al origen del acuerdo", resumían concejales y ganaderos.

Benito Villar, uno de los rematantes, ya tiene mucha experiencia en este cargo y firmaba todos los documentos sin disimular su satisfacción por sentarse de nuevo en la mesa con los de Rueda. Para él, el sistema que regula este contrato es la mejor forma organizar los pastos de la zona. Ahora, explica, toca el turno de dividir estas 6.000 hectáreas, 5.000 de Rueda y 1.000 del término de Lumpiaque, en lotes. La división se realiza en función de las cabezas que pertenecen a cada ganadero. Así se ha hecho desde hace siglos y así permanecerá si la Mancomunidad de hecho que une a los municipios sigue formalizando su relación todos años.