La entrada en la primera fase de la desescalada permitió a Morata de Jalón abrir de nuevo las puertas de la parroquia Santa Ana el pasado 23 de mayo. Una cita que han esperado con entusiasmo los feligreses moratinos durante los dos meses de confinamiento.

Consciente de la importancia de guardar las medidas de seguridad e higiene, la parroquia ha tomado la decisión de su reapertura con un aforo máximo de 44 personas. Además, aquellos cristianos que acudan el sábado a misa no podrán hacerlo el domingo. Una medida que garantiza que todos puedan acudir a la iglesia con el cumplimiento de las restricciones.

En este sentido, desde el lugar de culto se solicita a los feligreses el uso de la mascarilla, obligatorio en espacios cerrados por orden del Gobierno central, así como acudir con las manos limpias o portar un gel hidroalcohólico de bolsillo. No obstante, la parroquia ha dispuesto de este a su entrada.

Con el objetivo de evitar cualquier contagio por contacto, se han establecido como medidas la apertura de las puertas para impedir tocar las manillas, por lo que se avisa de acudir con tiempo a la iglesia. Del mismo modo, se solicita no tocar las imágenes del templo y atender las indicaciones.

Respecto a las medidas una vez dentro de la parroquia, se han indicado los asientos en los que está permitido sentarse para lograr así guardar la distancia mínima de seguridad de 1’5 metros. La misma distancia se ha de guardar una vez que se proceda a tomar la comunión, que será en la mano y el único momento en el que se posibilita quitarse la mascarilla.

La iglesia de Santa Ana también ha diseñado un protocolo para la salida de los feligreses y hacer así que los esfuerzos guardados durante la misa no sean en vano. De manera que, los primeros que salen de la parroquia son aquellos que se encuentran más cercanos a la salida, guardando la distancia en todo momento y sin pararse en la puerta para que así todos puedan salir.

Poco a poco vuelve la ‘nueva normalidad’ a Morata de Jalón y lo hace velando en todo momento por la protección y seguridad de sus vecinos y, en este caso, de los feligreses que se reencuentran de nuevo en su parroquia. T

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