El domingo 9 de marzo se celebró una vez más en Alpartir la anual romería de San Gregorio. La llegada se hizo poco a poco por la mañana, unos andando y otros en coche. A las doce se ofició la misa al aire libre y tras ella cada grupo empezó a preparar la comida o primero el aperitivo.

Según cuentan, días mejores eran cuando se podía encender fuego y preparar el rancho en la explanada del convento. Los grupos eran numerosos y los participantes, recuerdan, eran multitud. Se organizaban tras la comida partidas de cartas, paseos por los preciosos parajes de los alrededores y largas conversaciones, mientras lo niños jugaban con sus inacabables correrías. La convivencia se terminada con la luz del sol.

Pero el progreso nos acorrala.Y hoy, sin poder preparar la hoguera para cocinar el típico rancho, se ha perdido la llamada original y primitiva del rito: misa, fuego, comida, muchedumbre.