Nada mejor para despedir un año de crisis y de recortes que disputar la San Silvestre zaragozana con un circuito atractivo por las calles céntricas de la capital aragonesa, en su mayoría por el Casco Histórico y la margen izquierda.

Bajo la perfecta organización de la Agrupación Deportiva Jerónimo Zurita, la carrera fue una cita festiva que reunió a numerosos participantes disfrazados, y fue también una prueba solidaria ya que la ADA Jerónimo Zurita aportó 6.000 euros a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Zaragoza. Y todo sin olvidar el aspecto deportivo que se encargaron de poner la élite.

Lo de menos fueron los ganadores. Toni Abadía e Isabel Macías, ya son unos habituales de la cita zaragozana en el último día del año. Lo más bonito fue ver discurrir en las calles llenas de gente a muchos participantes disfrazados. El mejor de todos se llevó 200 euros de premio y representaba a un belén.

La San Silvestre era, como el maratón, una asignatura pendiente del deporte de Zaragoza hace una década. Ahora son dos manifestaciones que se han convertido en imprescindibles en el calendario deportivo. Aunque la cantidad de corredores inscritos (un total de 3.010), junto a los muchos que corrieron sin dorsal, hicieron que ciertos tramos del circuito se masificaran. Pero lo importante era divertirse en una tarde de fiesta para grandes y chicos.

El recorrido era muy atractivo. Comenzaba en el Coso, a la altura del Teatro Principal, y tenía cinco kilómetros de longitud. Después enfocaba el Ebro por el Puente de Hierro. A falta de dos kilómetros regresaba al Casco Viejo por el puente de Piedra. Eran los tramos más bonitos, con el público congregado en las aceras de las calles animando a sus amigos y más allegados.