El pasado sábado 4 de octubre se lanzó a las aguas del Ebro en el puerto de Vadorrey la recuperada falúa Zaragoza. Esta embarcación fue la protagonista de un accidente fluvial el 26 de mayo de 2013 durante la celebración de la XVIII Regata Ciudad de Zaragoza.

En aquel accidente, afortunadamente no se tuvieron que lamentar daños físicos de importancia a las personas que la tripulaban, pero el barco se partió quedando totalmente destruido.

Desde aquel momento, la Asociación Iberflumen perdía su mayor activo y atractivo al quedarse destrozada una de las dos embarcaciones que durante 20 años protagonizaron un acto público que atraía a los zaragozanos a las orillas del Ebro. Así, desde aquel momento, los habitantes de la ciudad perdían un medio de conocer el Ebro desde dentro, que a lo largo de dos décadas Iberflumen puso al servicio de los zaragozanos sin cobrar por los didácticos y hermosos paseos rodeados de naturaleza e historia.

Después de más de un año de trabajo, La Zaragoza presentaba una imagen recuperada. Así se puso de manifiesto el día de su botadura, un momento para la que se la vistió con galas nuevas, surgidas del deseo de que Zaragoza, la capital del Ebro, dispusiese por fin de un barco que elevase la imagen de la ciudad reflejada sobre las aguas del inmortal río.

En la tarde del día 4 de octubre, un momento antes de entregar los trofeos a los ganadores del IV Trofeo de Motonáutica, la falúa fue lanzada al agua. Un poco después volvía a remontar las aguas, tranquila, elegante, hasta pasar bajo el Puente de Piedra, para finalmente quedar atracada en el Náutico de Zaragoza a la sombra del Pilar.

Fue un acto emotivo en el que la nueva Zaragoza volvió a surcar las aguas, acompañada por aquellas personas que la ocupaban en el momento en que se hundió. Tras el recorrido con ellos, la falúa se abrió a todo aquel que quiso montarse y disfrutar del paseo, muchas de ellas, personas que durante este tiempo han demostrado su interés en la defensa de los numerosos componentes que ofrecen las aguas del río, así como sus márgenes, flora y fauna.

De este modo, la falúa Zaragoza se unió a la falúa Vadorrey, luciendo ambas en el Día del Ebro, cuyos actos se incluyeron en la programación de las Fiestas del Pilar. Entonces fue cuando las falúas recuperaron su función original: pasear a los zaragozanos de modo gratuito.

Posteriormente, el 12 de octubre volvió a utilizarse para protagonizar uno de los actos más emblemáticos de las fiestas: la ofrenda a la Virgen. Con ella se hizo la famosa ofrenda fluvial, en la que los protagonistas fueron los vecinos, quienes ataviados con el traje regional llevaron flores a la Pilarica.

Desde la Asociación Iberflumen están "tremendamente orgullosos de que Zaragoza tenga un barco que la represente", una falúa recuperada gracias al esfuerzo y al tesón de las personas que aman el Ebro.