La primera crecida del río Ebro en el 2014 fue, finalmente, menor de lo esperado y apenas superó los 1.200 metros cúbicos por segundo en su pico máximo a su paso por Zaragoza, a media tarde del lunes 27 de enero. Los principales daños los sufrieron en Novillas y Boquiñeni, donde se anegaron alrededor de 500 hectáreas de los cultivos más próximos a la ribera.

En cualquier caso, volvieron a prodigarse las críticas de los vecinos de los municipios de estas localidades al considerar que no se acometen con diligencia los trabajos de limpieza del cauce, lo que provoca que a menos caudal del previsto aumente la altura y se desborde con más facilidad.

A pesar de ello, la situación estuvo controlada a lo largo del día. En declaraciones recogidas por Efe, el consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, Modesto Lobón, subrayó que la limpieza "es más fácil decirla que hacerla", que hay un plan de la CHE con el Gobierno de Aragón para limpiar distintos tramos del río que se va haciendo pero "por desgracia, las obras van más despacio de lo que van las crecidas".

Aunque en principio se estimó en 1.500 metros cúbicos por segundo el caudal del río a su paso por Zaragoza, este llegó laminado a la capital aragonesa y se quedó en poco más de 1.200 metros cúbicos y una altura de 3,70 metros. El 23 de enero del 2013, se alcanzaron los 1.900 metros cúbicos y una altura de 4,80 metros.

El Gobierno de Aragón activo durante el día la prealerta por riesgo de inundaciones en la cuenca del Ebro, y la Confederación Hidrográfica del Ebro calificó la crecida de "ordinaria". Es decir, sin graves incidencias para los bienes materiales y las personas. Aguas abajo, tampoco hubo problemas.

La previsión meteorológica indica para los próximas días precipitaciones en el Atlántico aunque al llegar con frío y la cota de nieve baja, se frenará el deshielo y eso evitará que el caudal aumente provocando nuevas crecidas.