El otoño es la estación micológica por excelencia y los bosques aragoneses reciben en esta época del año a numerosos aficionados atraídos por la gran variedad de setas que se pueden encontrar en ellos. Su consumo es un buen complemento de nuestra alimentación por la variedad de sabores y texturas que ofrecen, así como por su alto contenido en fibra, pero también se debe tener en cuenta que, contrariamente a lo que se cree, la práctica totalidad de las especies fúngicas tóxicas conocidas en Europa están presentes en los bosques de Aragón. Es importante salir a recolectar setas cumpliendo unas normas elementales, ya que pueden provocar graves intoxicaciones. Para prevenirlas, únicamente puede ayudarnos el verdadero conocimiento de las especies comestibles.

Desde el Departamento de Salud y Consumo se recomienda tener en cuenta las siguientes indicaciones. Por ejemplo ante dudas o desconocimiento de una especie abstenerse de recolectarla y, sobre todo, no consumirla. La mayor parte de las intoxicaciones se produce por ignorancia, confusión con otras especies o por falsas creencias tradicionales. Acudir a las sociedades micológicas, que facilitan ayuda y conocimientos científicos para su perfecta identificación. También hay que cuidar no consumir las setas si previamente han provocado intolerancia. Además, sólo pueden consumirse crudas aquellas especies que se hayan demostrado plenamente comestibles (boletus edulis, amanita caesarea, calocybe gambosa, etc.). Algunas especies de gran calidad gastronómica como Morchella spp deben ser cocinadas previamente, eliminando el agua sobrante de la cocción. También hay que extremar las precauciones en la elaboración de conservas caseras, por el peligro de botulismo. Son más seguras las conservas realizadas en medios ácidos con aceite y vinagre.