Manuela Murillo Poc es la mujer más mayor de San Mateo. Sus 100 años así lo atestiguan. Un siglo de vida que para nada refleja en su físico, con una piel envidiable y una lucidez que muchos quisieran para sí mismos. "Solo me sobra este cacharro", dice señalando con el dedo un ligero andador que utiliza para desplazarse por su casa. Fue ahí donde la alcaldesa sanmateana, Teresa Solanas, le hizo entrega el pasado 27 de diciembre de una placa conmemorativa, junto a la trabajadora social del municipio, Laura Benaul. "Para mí, como alcaldesa, es un gran honor poder acudir a este tipo de cosas, ya que no todos los días una persona de la localidad cumple 100 años de vida, y con la salud que tiene Manuela", reconoce la edil.

Precisamente, es en su casa sanmateana donde la centenaria se encuentra más cómoda y querida. Su hija, Mª Eva, y sus nietos, hacen esto posible, así como los vecinos del pueblo de sus amores: San Mateo. "Me llevo bien con todo el mundo. Siempre ha sido así. Por eso mismo me ha gustado de toda la vida pasear por las calles del municipio e ir a misa. Soy muy devota de San Antonio", reconoce, añadiendo "que todas las mañana, al levantarme, rezo el rosario. Ahora me tengo que poner unas gafas para ver las letanías, porque de algunas ya no me acuerdo", apunta con cierta rabia. Porque si algo tiene Manuela presente es que ni sus 100 años van a frenar sus costumbres. Su salud así se lo permite.

La lectura y bailar en sus tiempos de joven, sobre todo en las fiestas, son dos de ellas. Las revistas del corazón son ahora unas de sus favoritas, "últimamente sale mucho Ortega Cano, por cosas de su hijo, es como si ya lo conociera", afirma rotunda. También recuerda con nostalgia como hace tiempo hacía "mucho ganchillo. Le hice una cubierta a mi hija preciosa", reconoce. Y es que Manuela tiene un gran gusto estético, "siempre he preferido los colores claros para la ropa", explica, y "los trajes de chaqueta, también me gustan los collares. Todas las tardes me arreglo, aunque solo sea para estar en casa", afirma. Ahora, la ropa se la compra su hija, "pero siempre he ido a La Campana de Oro", explica. Todo para estar guapa para su marido, al que define "como una excelente persona". José, también de San Mateo murió con 89 años, también han fallecido otros tres hijos de Manuela, unos duros momentos que la vida le ha hecho pasar a esta sanmateana, que ha conseguido superar con el cariño de toda su familia.

Ahora, a sus 100 años recién cumplidos el pasado 30 de diciembre, tan solo le pide "que el tiempo me deje como estoy". Toda una suerte, porque tan solo ha estado hospitalizada una vez en su vida, por una rotura de cadera, y, actualmente, solo toma una pastilla para la circulación, "y un paracetamol si me duele la pierna", explica con desparpajo Manuela.