Fidel Solsona es un tranquilo hombre de Boquiñeni que, desde hace 46 años, vive en Ontinar, el municipio donde ha pasado toda su vida como Guardia del Agua. Hablar con él permite transportarse a tiempos en los que el duro el trabajo no permitía hacer otras cosas diferentes, lúdicas. Su narración también nos adentra en trágicos episodios marcados por la Guerra Civil, un periodo que dejó importantes secuelas en nuestro protagonista, ya que una bomba le explotó en las manos y le seccionó dos de sus dedos. Pero, tras esos duros momentos y salvando todos los impedimentos físicos, Fidel, goza ahora de tranquilidad y disfruta del tiempo libre, que ocupa en desarrollar su mayor afición: montar maquetas, un arte que "no he aprendido en ningún sitio, soy autodidacta, a base de probar...", dice.

Este paciente artesano tiene en su casa un pequeño museo en el que guarda con celo sus mejores piezas, la mayor parte de ellas reproducciones de edificios de su municipio de "adopción". Por ejemplo, la iglesia, el campo de fútbol, las escuelas e incluso su propia vivienda. Entre sus reproducciones también tiene la Casa de la Dolores (Calatayud), un hotel de Calafell, donde su nieta Elisabeth pasó sus últimas vacaciones, "la pieza que más me ha costado hacer, porque había muchos balcones", reconoce; asicomo el Hospital San Juan de Dios, de Zaragoza, la maqueta a la que más cariño le tiene ya que en este edificio tuvo durante años a uno de sus seres más queridos.

A la hora de elaborar una de estas piezas, Fidel elige cuidadosamente los materiales. Luego, los va cortando según el proyecto a acometer. Tras ello, los pega y, finalmente, los pinta y decora siguiendo fielmente al original. Horas y horas de trabajo que tienen su recompensa cuando por fin ha acabado alguno de sus edificios, aunque "he de reconocer que a veces no tengo paciencia y quiero correr más que puedo", apunta.

Por el momento, la obra de Fidel Solsona sólo puede verse en su propia casa, "la enseño a quien quiere, pero ese no es el fin, sino entretenerme", dice con gran modestia. Aunque, desde hace un tiempo, el ayuntamiento "quiere que haga una exposición que será este próximo año. Espero que les guste a todos, tanto como a mí hacer cada una de las piezas", apostilla. Y mientras llega este momento, el paciente artista seguirá haciendo más edificios, entre ellos el pabellón polideportivo de Ontinar, "la única construcción que me falta por reproducir del pueblo", concluye Fidel Solsona.

NURIA ASIN