Tras el hallazgo de unos huesos humanos en la ladera inferior del monte de la Horca, en la zona situada más al oeste de esta elevación, la excavación arqueológica promovida por el Ayuntamiento de Borja ha conseguido desvelar su origen y significado como un cementerio islámico de época medieval, además de hallar restos de una ocupación anterior, de entre el siglo VI y VIII después de Cristo.

Las tumbas localizadas han sido once en total, de las que se conservaban y se han excavado hasta nueve esqueletos. Parte del yacimiento ha sufrido la erosión por abarrancamiento propia de su situación en pronunciada pendiente, lo que incluso destapó a la intemperie algunos enterramientos hasta que nuevos movimientos de tierra llegados desde altura superior volvieron a enterrarlos. Otras tumbas, sin embargo, sí se han conservado en buen estado, incluso con restos de su cubierta que en ocasiones era realizada por una acumulación de adobes y en otras se emplearon piedras de mediano tamaño recogidas en el entorno.

Los esqueletos extraídos en esas tumbas se conservan bien de tal modo que podrá realizarse un estudio antropológico y analíticas que revelen datos de su vida como su sexo, edad, dieta alimentaria y años de antigüedad de los restos humanos. Es de suponer que una necrópolis localizada en esa situación, al borde del camino natural hacia Magallón, pudo datarse en época taifa (siglo XI después de Cristo); especialmente si se tienen en cuenta las noticias orales que nos cuentan el hallazgo de enterramientos similares hace décadas en el entorno de la ermita de San Jorge. Una maqbara (nombre árabe de los cementerios islámicos) de tales dimensiones sólo sería posible para la población borjana medieval en la época de mayor crecimiento demográfico de al-Andalus.

Las características del cementerio son las habituales del rito islámico que pretende conseguir la pureza de los enterramientos de tal modo que separan las fosas lo suficiente para no mezclar las tumbas y asegurándose de que la cara de cada individuo permaneciera siempre orientada hacia la ciudad de la Meca, el centro de la religión islámica. En aquellas fosas cuya profundidad alcanzó el nivel natural de roca se conserva incluso una pequeña cueva interior que procuraba que ese rostro no se tapase con tierra en un principio.

Pero siendo esto importante, lo más sorprendente y poco habitual ha sido el hallazgo de unos silos o basureros de tardorromana o emiral, fechable entre los años 500 y 800 después de Cristo. La escasa cantidad de cerámica hallada por el momento no permite más concreción, ya que el tipo de producción local habitual de la época es aún poco conocida. Aún así, hay que mencionar un fragmento hallado en superficie que está bien clasificado como de Terra Sigillata Tardía, parte de un cuenco de la forma 37 que se utilizó en el siglo V y hasta comienzos del siglo VI después de Cristo. Esto aumenta la posibilidad de que estos silos sean más bien de época romana tardía. Esta época está documentada en Borja en los restos más tardíos de la zona de El Pedernal. En la ladera de la corona se hallaron fragmentos similares junto a objetos metálicos visigodos del siglo VII.

Durante el proceso de prospección del entorno se han localizado indicios de muros en la cima oeste de la Horca, construcciones que podrían ser el origen de las cerámicas ahora encontradas. En breves fechas, e impulsado por el consistorio, se realizará la inspección intensiva del cerro para comprobar esta explicación.

El Ayuntamiento de Borja realizará una modificación presupuestaria para costear dentro de la partida de patrimonio municipal estas excavaciones. T