La pandemia ha provocado que un millón de personas estén en situación de pobreza, según el último estudio publicado por Cáritas. El desempleo ha subido y los trabajos precarios dominan esta realidad inestable e insegura que toca vivir. Hace algunos meses apenas se contemplaba la idea de instalarse en un pueblo para solucionar los problemas económicos pero a raíz del duro confinamiento la mentalidad de la sociedad está cambiando.

Esta nueva normalidad ha instaurado el teletrabajo como nuevo modo de vida y la sociedad valora más la libertad, la tranquilidad y el aire limpio, sin contaminación. Los pueblos, que llevan años luchando y trabajando para impedir la despoblación, son la solución perfecta a todos estos problemas. Salir de la gran ciudad, del bullicio, del ruido y de la contaminación para cambiar de vida suele ser una de las motivaciones habituales de los que deciden irse a vivir a un pueblo.

REPARTO DEMOGRÁFICO DESIGUAL

En España hay 8.131 municipios. De ellos, 7.372 tienen menos de 10.000 habitantes –90% del total–. En estos, sin embargo, sólo vive el 20,1% de la población. Es decir, si según los datos del Instituto Nacional de Estadística este país tiene una población de 47 millones de habitantes, 9,4 millones de personas viven en municipios de menos de 10.000 habitantes.

Dicho de otro modo, el 79,9 % de la población española se acumula en el 10% de los municipios. La despoblación es el eterno lamento de los pueblos pequeños. Muchos idean originales iniciativas para atraer pobladores, y, en algunos casos, lo consiguen.

EL TELETRABAJO SE CONSOLIDA

La oportunidad del mundo rural se abre a multitud de perfiles, sin embargo las familias con hijos son el perfil objetivo. La reducción de ingresos, los constantes y altos gastos de la ciudad, el estrés y por lo tanto la merma de la calidad de vida que, a la postre, afecta a la salud y estabilidad familiar, son uno de los principales detonantes para que una parte de la población anhele la forma de vida que de niños tenían cuando marchaban al pueblo de vacaciones, aquellas vacaciones de los años 60 y 70 y que tanto han cambiado hoy en día, al menos antes de que llegara la pandemia.

Entre todos los cambios que ha traído el covid-19, el teletrabajo ha sido el que más impacto ha tenido y el que ha venido, sin duda alguna, para quedarse definitivamente entre nosotros. La seguridad del mundo rural, el coste de vida más bajo que en las ciudades, la proximidad a núcleos de población más grandes, la autosuficiencia, además de una oferta alojativa que se adapta a cualquier circunstancia y precio, es la punta de lanza por la que nuestra España vaciada puede abrirse un camino y empezar a salir de su largo letargo aprovechando la actual coyuntura que el planeta vive.

PLATAFORMA

Vente a vivir a un pueblo es una iniciativa que surgió en plena pandemia por el coronavirus y su objetivo es ayudar a los urbanitas a encontrar el pueblo que buscan según sus necesidades.

Llega el momento de los pueblos. El momento tan esperado de darles vida, prosperidad y un futuro.

Así lo aseguran desde la plataforma que está pensada para ayudar a los urbanitas a encontrar un pueblo al que irse a vivir. Es la plataforma de moda de la que habla todo el mundo y que ha aparecido en los medios de comunicación. Es el momento de que los pueblos del Campo de Borja junto con Vera de Moncayo y El Buste, muestren al mundo todo su potencial para atraer a nuevos pobladores al territorio.

La Asociación para la Promoción Turística de la Ruta de la Garnacha, y en el exigente y arduo trabajo emprendido en estos años en materia de sostenibilidad, colaborará a lo largo de 2021 con la plataforma para alcanzar lo que bien resume su eslogan: Un lugar mejor para visitar y un mejor lugar para vivir . T