Una gran afluencia de público respaldó con sus elogios la exposición de plumillas y acuarelas del dibujante zaragozano Emilio Murillo. Este artista, que apenas se prodiga en la ciudad, tuvo la gentileza de presentar una generosa muestra en las salas del museo Marín Bosqued. No en vano, le unen fuertes lazos familiares con Aguarón, hasta el extremo de haber hecho de él su segunda patria chica. Su trabajo estaba representado por más de medio centenar de obras. Bellas plumillas de excelente factura como corresponde a su profundo conocimiento del dibujo. La torre de Utebo o la Puerta de San Pablo son muestras de su gran preparación. En acuarela, el paisaje del Campo de Cariñena se encontraba ampliamente representado con lugares emblemáticos de distintas localidades. Pero con Aguarón fue el artista generosamente expresivo. Rincones inauditos de su geografía urbana y rural, que sólo la imaginación de un artista podría concebir, se encontraban colgados para el deleite del público.

Su pintura amable, comprensiva y realista, de clara tendencia figurativa, unida a sus visiones paisajísticas traslucen su sólida base academicista, sin concesiones a otras tendencias y lejos del espíritu de los circuitos comerciales.