Tras 42 años de trabajo dividido entre las parroquias de Aladrén, Paniza y Vistabella, Mosén Antonio Ballester Terreu ha dejado huella en estos pueblos. Aunque hace unos cuantos años que se jubiló, ha seguido ejerciendo su labor eclesiástica renovada año a año a instancias del arzobispado. A sus 83 años, a pesar de sus achaques y el cansancio acumulado, su despedida le pilló desprevenido.

Atrás quedan esos pueblos y esas gentes con los que ha convivido más de la mitad de su existencia. Por delante, una nueva etapa de dedicación a uno mismo.

Sin duda, se llevará muchos recuerdos, anécdotas, historias, penurias y momentos inolvidables. Ha celebrado numerosas ceremonias que han marcado la vida de la gente, unas más alegres que otras. ¡Cuántos bautizos, bodas, comuniones y confirmaciones! ¡Cuántos actos litúrgicos y fiestas patronales! ¡Y cuántos funerales en los que habrá que tenido que reconfortar a las familias!

Estas últimas semanas han sido intensas, marcadas por las despedidas en Aladrén, Vistabella y Paniza. En este último pueblo estuvo acompañado en la celebración por Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza, que también acaba de dejar su puesto.

En estos días se han sucedido los homenajes. Y, lo más importante, ha dado el relevo al nuevo párroco, Mosén Moisés. Cada parroquia ha celebrado misas de despedida. Al finalizar, los alcaldes y presidentes de asociaciones que representan a cada ayuntamiento le han entregado diferentes detalles para agradecerle que haya dedicado toda una vida a los demás.