Longares celebró entre el 9 y el 11 de mayo sus fiestas de la Santa Espina, en honor al Ecce Homo, obra del escultor Alonso Cano, que fue donada a la iglesia de la villa en la segunda mitad del siglo XVII por el arzobispo de Granada e hijo adoptivo de Longares, Diego Escolano.

Las fiestas comenzaron con una gran exhibición de deportes tradicionales aragoneses a cargo de los componentes del Club Barra Aragonesa de Aguarón, a la que siguió una merienda a base de bocadillos de bacon y queso patrocinada por la Sociedad de Cazadores La Dehesa y organizada por el AMPA del colegio público longarino. Para la noche del viernes quedó una verbena con la banda de Almonacid y una fiesta con discomóvil para los más jóvenes.

El sábado, día grande de las fiestas, tras la diana y la misa de Perosi, los vecinos se trasladaron al pabellón municipal para disfrutar de un aperitivo popular. Ya por la tarde, la Asociación de Mujeres Virgen de la Puerta organizó una chocolatada, mientras que la orquesta Tarantella ofreció un brillante concierto en el pabellón que hizo las delicias del público asistente. Por la noche se celebró un toro de ronda y una concurrida sesión de baile en el pabellón municipal con la misma orquesta.

El domingo comenzó con un almuerzo de migas y huevos fritos para coger fuerzas y poder correr el encierro posterior, mientras que los más pequeños disfrutaron de una actividad de animación infantil a cargo del grupo Arteateatro.

La programación festiva se cerró con una sesión de vaquillas en una plaza de toros que estrenó una imagen renovada tras ser pintada en su totalidad durante las últimas semanas.