Cuando hablamos de la creación de obras de arte que se ubican en el espacio público, el contexto, es decir, el conjunto de circunstancias que rodean el hecho y el proceso artístico son determinantes. Alfamén es una localidad modesta y trabajadora, innovadora y tradicional, joven y anciana que hace tres años decidió cambiar su envolvente con la implicación de sus vecinos y la determinación de su equipo de gobierno.

Las tradiciones del pueblo, el carácter aragonés y profundamente generoso de su gente, su entorno y vida natural o sus fuentes de desarrollo económico destilan sus esencias sobre los artistas que han formado parte de la tercera edición del proyecto Asalto en Alfamén. Y así se ha creado un conjunto de intervenciones sobre sus fachadas que son mucho más que eso mismo. Son obras de arte que hablan por sí mismas, que generan reflexión, múltiples interpretaciones, pequeños homenajes y diálogos entre los vecinos y vecinas de Alfamén… y hasta con los visitantes que cada día son más y que se pierden por sus calles mientras cualquier vena hace de guía improvisado para asegurarse que el forastero ha visto todas las obras de arte que hay en su pueblo.

Gracias a todo esto Alfamén es un pueblo que ha cambiado. Lo ha hecho a nivel urbanístico con la mejora de la escena urbana y a nivel cultural e incluso turístico porque dispone de un recurso único y de calidad que es motivo de orgullo y visita. Pero también es un pueblo que sabe valorar el arte de sus muros y fachadas. En sus calles ahora se habla de muralismo y no de graffitis, el público ha aprendido a ser paciente y a observar el proceso artístico hasta que los primeros trazos de los pintores se convierten en una obra completa, y entonces, se establece un verdadero diálogo entre el observador y la obra, mientras las opiniones van y vienen enriqueciendo la convivencia con la banda sonora de fondo de la tranquilidad, el canto de las tórtolas y el trino de los vencejos.

En esta edición se ha contado con la participación de seis artistas con estilos muy diferentes. Susana Blasco, con una propuesta de collage de gran formato ha rendido homenaje a las mujeres del pueblo como sostén de la vida y el trabajo en el campo; Hugo Casanova ha querido echar un baile ‘agarrao’ con Alfamén recordando esta antigua tradición en lo que fue una de las pistas de baile más populares; Perrine Honoré ha reflejado la naturaleza y la cultura del vino con su estilo de potente y colorida ilustración; Mohamed L’Ghacham ha homenajeado a las madres en una pieza llena de significado y significancia por ubicarse en la antigua iglesia, hoy Casa de Cultura; Francisco Maturana, cuya obra de potente realismo emplea una pieza de cerámica como elemento cotidiano para recordarnos la etapa musulmana de la localidad y su importancia como zona de paso de las migraciones de las grullas hasta Gallocanta; y finalmente Joan Tarragó con una obra de Arte Óptico, alegoría del agua y su importancia en la economía local. T