El río Frasno, que en sus tramos finales se llama también Rambla o Arroyo de Cariñena, nace en la ladera noreste de la Sierra de Algairén y finaliza aguas abajo de Alfamén, casi en el límite entre los términos municipales de Alfamén y La Almunia. En sus 30 kilómetros de recorrido, el cauce pasa por los núcleos de Encinacorba, Cariñena y Alfamén, constituyendo su cuenca un territorio singular en la economía aragonesa, merced a la vocación vitivinícola del Campo de Cariñena.

Desde el punto de vista hidrológico, el Frasno no ofrece mayores problemas que los típicos de un cauce intermitente de caudal bajo-medio, con ciertos protagonismo en años de intensa precipitación. Sin embargo, desde el punto de vista ambiental, presenta una alarmante degradación, fruto de la "moderna" agroindustria instalada en Cariñena, que se siente incapaz de compatibilizar la actividad productiva con la protección del entorno y la restauración de la naturaleza.

Como consecuencia del escaso caudal y de los vertidos inadecuados de aguas residuales, con reducida o nula depuración, la calidad del recurso fluvial es preocupante. El río ha dejado de ser un cauce natural para convertirse en una "cloaca" a cielo abierto.

No obstante de que Cariñena cuenta con una moderna, pero pequeña, Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR), no todas las aguas servidas son susceptibles de ser incorporadas a la red de saneamiento local y ser tratadas en dicha depuradora de poca capacidad, concebida básicamente para tratar aguas residuales domésticas. Las agroindustrias que generan contaminantes debieran tener su propia depuradora antes de verter sus aguas a la red de saneamiento municipal o al cauce fluvial, previa autorización administrativa.

Parece ser que la depuración real y efectiva de las aguas residuales se ha convertido en una bonita "utopía" que todo el mundo considera necesaria, pero que nadie acomete.

La reflexión precedente viene motivado por el último "accidente" ecológico producido en el río Frasno en torno al 29 de enero., el vertido incontrolado de aguas residuales calientes procedentes de la Alcoholera de Cariñena o Destilerías San Valero, S.C.L. Como consecuencia, en todo el tramo medio y final del cauce, unos 15 kilómetros de longitud, se ha podido observar la presencia de un fluido viscoso de color negro, de olor nauseabundo y de aspecto parecido al "chapapote", aunque de naturaleza orgánica diferente.

No es la primera vez que Destilerías San Valero, S.C.L. efectúa un vertido "accidental" de contaminantes al río Frasno. La Confederación Hidrográfica del Ebro ya le impuso una sanción económica por otro vertido anterior de similares características.

Entre otras empresas agroindustriales, con antecedentes contaminantes, figuran una serie de bodegas de Paniza, Cariñena y Longares. Inclusive el propio Ayuntamiento de Cariñena, responsable de la buena marcha de la EDAR del mismo nombre, fue objeto de una sanción pecuniaria, por incumplimiento de las condiciones de autorización de vertido de su EDAR.

Pero, como señala el alcalde de Alfamén, Francisco Pérez, "de que sirve que el organismo de cuenca imponga multas, si con ello no se subsanan los problemas ocasionados. Debiera haber un instrumento coercitivo que obligue a las empresas contaminantes a reparar los daños causados".

Alfamén, que tiene dos pozos de agua de boca, uno de ellos en la orilla del Frasno, teme que los contaminantes lleguen al acuífero terciario detrítico, del que se extrae el agua. De producirse, incluso el pozo de agua de boca de la "majuela", que se embotella y abastece a Cariñena, podría a la larga sufrir contaminación, debido a la mala construcción de los pozos.

Es de esperar que con esta pequeña reflexión se tome conciencia del daño causado al Dominio Público Hidráulico. Para el futuro, se vislumbran esperanzas en la restauración ecológica de los cauces fluviales degradados, debido a que la UE da plazo hasta el 2005 para que las administraciones locales solucionen el problema del tratamiento de las aguas residuales.

JOSE CHOQUECALLATA