Un año más, Aguarón volvió a celebrar la fiesta de los Quintos, según los vecinos, una de las tradiciones más antiguas y especiales. Así, gracias a ellos que se resisten a perderla, y a los jóvenes, que mantienen la ilusión y emoción que conlleva este día, es uno de los acontecimientos más importantes del año en los que el pueblo se engrandece y muchos familiares y amigos acuden para acompañar a sus quintos.

De esta forma, los quintos, del 99: José, Pablo, Alejandro, Daniel, Juanma, Lucía, Raúl y Ali, ataviados con su bastón, sombrero y pañuelo, recorrieron el pueblo celebrando el día de San Blas. Primero acudieron a misa y después tomaron un chocolate o café con churros en el casino. Con el estómago lleno, empezaron a cantar las coplas correspondientes recorriendo el ayuntamiento, establecimientos y casas de cada quinto. En cada parada, un ágape digno de los mejores restaurantes, porque las familias y amigos se vuelcan para compensar gastronómicamente a todos los que vienen a ver a los quintos.

Después, todos ellos junto con los familiares más cercanos comieron en el pabellón y los demás familiares y amigos se incorporan después para tomar café y disfrutar durante la tarde.

Un día para el recuerdo, como dice la copla: «el día más grande que su hijo va a pasar» y pero para los padres y abuelos, un cúmulo de emociones incomparable. T