Con temor a las malas predicciones meteorológicas, se llevaron a cabo los actos más notables de la Semana Santa mezalochana que, pese a su sencillez y sobriedad, no dejan de tener su encanto y sentida significación para sus habitantes.

La única celebración que tuvo que ser suspendida a causa de la lluvia fue la procesión del Vía Crucis por el Calvario, la mañana de Viernes Santo, mientras que las procesiones del Domingo de Ramos y el Santo Entierro se desarrollaron sin ningún tipo de incidencia.

Mezalocha, al igual que otros muchos pequeños pueblos, contempla con preocupación que los nuevos hábitos, enmarcados en los tiempos que corren, hacen que peligren muchas, cuando no todas, sus tradiciones y, como es lógico, las celebraciones de Semana Santa no son ajenas a ello.

Sería cuestión de analizar la situación y tratar de aportar soluciones antes de perder dichas costumbres que nos llevan acompañando a través de los siglos.

El Vía Crucis o el Reloj de la Pasión, de gran riqueza en la cultura local, independientemente de cuestiones estrictamente religiosas, no deberían caer en el olvido, como ya ha sucedido con otras, lamentablemente irrecuperables.

El sentimiento y la cultura de un pueblo no puede ni debe desaparecer y tendría que ser labor de todos hacerlos perdurar y cuidarlos, aunque sólo fuera como homenaje a todos aquellos, presentes y ausentes, que nos los legaron. T