IU llevó al pleno del Ayuntamiento de Zaragoza una moción en la que planteó destinar desfibriladores a los barrios rurales de la ciudad, unos desfibriladores automáticos que pueden ser usados por personal no sanitario en casos de parada cardiaca. El portavoz del grupo municipal de IU, José Manuel Alonso, reconoció que el consistorio dispone de estos aparatos en algunos de sus edificios y principales centros deportivos y piscinas cubiertas. Sin embargo, hay zonas de gran afluencia que podrían contar con uno de estos dispositivos, como el resto de piscinas municipales o equipamientos públicos en los barrios rurales. "Proponemos que se compren desfibriladores para situar en cada barrio rural que no disponga de uno cercano, bien en equipamiento deportivo, centro de mayores o junta vecinal", explicó.

Alonso, recordó también que el Servicio de Prevención ya ofrece un curso voluntario para formar a trabajadores municipales en el uso y manejo de estos desfibriladores automáticos pero creen que "se debe ampliar a personal de contratas y socorristas". Matizó que los desfibriladores ubicados en instalaciones y equipamientos del ayuntamiento no aparecen en el listado o en el mapa del Servicio Aragonés de Salud. Los profesionales abogan por tener un aparato de recuperación en cada campo

El debate surge a raiz del fallecimiento del jugador del San Andrés, Raúl Alcaide, el 16 de noviembre en Ranillas. Su muerte se produjo durante el partido que enfrentaba a su equipo, de Primera Regional, con el Perdiguera. En el minuto 7 de la segunda parte, Alcaide se desplomó repentinamente sobre el césped y nadie fue capaz de reanimarlo. "Estuvimos intentando reanimarle 10 o 15 minutos mientras un médico del 061 nos daba instrucciones por teléfono. Hasta que llegó la ambulancia le hicimos incluso el boca a boca, pero no hubo manera", explicó Domingo Lázaro, vicepresidente del club.

Ese cuarto de hora es el motivo de debate. Entre los futbolistas y los clubs tienen claro que es necesario, que salvaría vidas. En caso de parada cardiaca, los primeros minutos son la clave para salvar al paciente. Según los médicos, por cada minuto que pasa, las probabilidades de sobrevivir disminuyen un 10%. La situación ideal sería que el público en general pudiese aprender a utilizar estos aparatos, además de la concienciación. Según varios doctores, "es una auténtica necesidad y en ese entorno son imprescindibles".