Toda Zaragoza vivió con intensidad y devoción mariana su día grande de las fiestas. La ofrenda es una tradición relativamente joven, apenas tiene 56 años, pero se ha convertido en un símbolo sociológico primero para los zaragozanos, de una sociedad abierta y tolerante. Es un acto de naturaleza integradora, no sectario, donde no se excluye a nadie. La Virgen del Pilar es una figura que nos liga con la tradición y con una determinada manera de sentirse zaragozano y aragonés La popularidad de la Ofrenda ha crecido en las últimas décadas, y traspasado las fronteras aragonesas.

Como en años anteriores, la Asociación Tomás Pelayo estuvo presente en la ofrenda que se celebra todos los años, en la parroquia de San Vicente de Paúl. La ofrenda comenzó a las 11,30 de la mañana y los claveles blancos que entregaban los oferentes eran colocados con esmero y el manto pronto quedó cubierto de flores. Al final de la misa se cantó con alma y corazón el himno a la Virgen.