Del 31 de marzo al 5 de abril, 52 chicos de 4° de ESO y cuatro profesores del colegio La Salle Montemolín realizaron un viaje de estudios a Alemania. Visitaron Berlín, Postdam, los palacios de Sanssouci y el campo de concentración de Sachsenhausen. Todos vinieron muy satisfechos de la intensa experiencia que supuso para ellos poner imágenes en el espacio real a los estudios que han ido realizando a lo largo del curso en las materias de historia y ética del siglo XX.

Con antelación al inicio del viaje se efectuaron actividades de preparación, de modo que esta experiencia fuera lo más provechosa y enriquecedora posible. También, una vez que volvieron de Alemania, se realizó una reflexión con las referencias oportunas a los temas trabajados y los lugares visitados.

Pero un viaje de estudios es más que visitar lugares especiales y diferentes a los que nos rodean. Está claro que supone poner en juego la propia autonomía del adolescente, sabiendo desenvolverse en un país de costumbres tan dispares y curiosas; permite manejarse, en los grados coloquiales, con los idiomas que se aprenden en el centro; y facilita establecer mejores vínculos en las relaciones interpersonales que, en este marco, se prestan a que sean más estrechas, empáticas y amistosas. Y en todo esto, el grupo de chicos del colegio La Salle Montemolín que participó en este viaje educativo obtuvo una nota muy alta.

"Es el segundo año que recibo a un equipo de alumnos y profesores de vuestro colegio y resulta para mí tremendamente gratificante ver el interés que mostraron los chicos y el respeto que manifiestaron en cada lugar que visitamos. Hasta en la puntualidad superaron a los colectivos germánicos", manifestó la guía local de Berlín, Gertrudis Salomón. Efectivamente, los profesores que les acompañamos damos fe de esta observación.

Sin lugar a dudas, cuando las personas viajamos se abren nuestros horizontes, se ensanchan los intereses culturales y se comprenden y se aceptan más las personas entre sí. Viajar nos permite admitir que el mundo no es tan grande como parece, las personas somos más similares, la convivencia y la amistad traspasan las fronteras y, en definitiva, todos somos ciudadanos del mundo, y que este mundo es nuestra casa.