Alberto Contador ha salido este lunes de la etapa reina de la Vuelta, que ha ganado, más reforzado y con un cacho de la ronda española en uno de los tres bolsillos de su ‘maillot’. Desde el 2012 (Fuente Dé, donde sentenció la carrera), ‘El Pistolero’ no conseguía la victoria en una etapa de una ‘grande’. Y lo ha hecho frente a su mejor rival, el que siempre más ha temido desde que comenzó la ronda en Jerez, que no es otro que Chris Froome, al que nunca había derrotado en un mano a mano. En La Farrapona se ha vengado.

Para que una etapa reina de una gran carrera reúna todos los ingredientes nada mejor que sea el líder quien se luzca en las cuestas de sus montañas. En la Vuelta, tradicionalmente, se ataca en el último puerto. En la ronda española solo se demarra en la distancia si el afectado, el que debe actuar, es Contador.

En broma se podría decir que el corredor madrileño ha cumplido lo que dijo en agosto cuando comunicó que se apuntaba a la Vuelta. Aseguró que venía para ganar etapas en la tercera semana. Y así ha empezado la recta final de la carrera. Solo quedan cinco etapas (el martes la prueba descansa en A Coruña), y de la jornada reina Contador sale muy fortalecido al frente de la general: 1.36 minutos sobre Alejandro Valverde, 3 segundos más con Froome y 2.29 minutos sobre Purito Rodríguez.

Con la mosca detrás de la oreja ha corrido Contador en la última fase de la etapa, desde el puerto de San Lorenzo donde el Sky, el equipo de Froome, ha comenzado a poner un ritmo tan infernal que ha conseguido aislar a todos los rivales del británico, al dejarlos sin gregarios.

Valverde y Purito, distanciados

Y cuando solo faltaban 4,5 kilómetros de ascensión a La Farrapona, donde estaba instalada la meta, Froome ha lanzado uno de esos demarrajes que lo catapultaron hacia lo más alto del podio de París en el 2013. Entonces trató Contador de seguirlo, tal como sucedió en el Ventoux, y cada vez el madrileño tuvo que levantar el pie. A rueda de Froome, lo que debía hacer, con Valverde y Purito ya distanciados, Contador se las ingenió para aguantar hasta cuatro aceleraciones del británico y cuando quedaban 700 metros pasó a la acción para ganar algo más que la etapa… para salvar el honor, verse victorioso en el duelo que no se vio en el Tour y comenzar a creer que va a ganar el domingo su tercera Vuelta.

Ahora debe controlar, con un equipo que vive con dificultades las ascensiones y que desde este lunes presenta una baja, la del ruso Ivan Rovny por liarse a tortas con el italiano del Omega, Gianluca Brambilla en plena etapa: tarjeta roja y expulsados de la Vuelta.