La Zaragoza de 1950, aún con los vestigios de la posguerra, se hace presente en la última novela de Carlos Aurensanz, El tejido de los días (Ediciones B). En ella, y de la mano de su protagonista, Julia, una joven embarazada que deja su vida atrás, explorará la sociedad zaragozana a través de su taller de costura, que atraerá la curiosidad de la familia Monforte para irse entrelazando con los personajes que habitan la mansión familiar y los secretos que ocultan.

El pasado de Julia le lleva a abandonar todo y a plantarse ante un nuevo mundo: «Se tiene que abrir paso en una ciudad que no es suya y que desconoce con las armas de las que dispone. Tiene una visión de la vida diferente a la de las mujeres de su época, en parte por la influencia que ha tenido sobre ella la pareja con la que ha convivido», apunta Carlos Aurensanz, desvelando que Julia no era su protagonista inicial y que de hecho su evolución ha trastocado sus planes originales para la novela: «Era Antonia, la doncella de la casa de los Monforte, sobre la que se basaba el argumento general de la historia. La novela tenía otro título, La sirvienta, pero a esta relación entre las mujeres que cohabitan la novela, se incorporó Julia ,y es un personaje que en el proceso de creación de la novela ha ido creciendo de tal manera que se ha hecho un poco con el protagonismo de la historia».

La mansión de los Monforte llena también de secretos como escenario principal donde Aurensanz irá introduciendo a sus personajes, «el portero, el chófer… Todos van conformando un tejido, de ahí el título. Sus vidas se van uniendo de una manera que pasan de ser perfectas desconocidas a terminar la novela con ellas perfectamente entrelazadas», explica el autor.

Aunque ficcionada, Aurensanz comenta que El tejido de los días tiene su inspiración en una historia real: «La de una joven de 14 años que aterriza en Zaragoza desde un pueblecito de la provincia de Teruel y que llega a servir a los Monforte, con todo lo que eso implica. Los personajes que la protagonizaron me contaron historias y anécdotas de aquella época. Evidentemente, luego hay que recurrir a la documentación histórica para ambientar la novela y reflejar los detalles de la vida cotidiana», dice. Eso sí, siempre teniendo en cuenta el proceso de documentación que acompaña al género literario: «Soy fundamentalmente autor de novela histórica y he tenido más dificultad en ambientar esta novela que en una del siglo X. Entre otras cosas, porque aún hay personas que vivieron aquella época y guardan memoria por lo que tienes que tener mucho cuidado a la hora de cometer un desliz que pueda ser refutado. Hay pequeños detalles que a lo largo del proceso de escritura pueden parecer mínimos pero que lo detienen».

La novela histórica, con todas sus variantes puede escoger de protagonistas a grandes figuras, como es el caso de este El tejido de los días, a personajes anónimos con quienes quizá el lector pueda empatizar mejor y conocer la vida de la sociedad del momento... «Esta época de la posguerra siempre me ha atraído, ya la traté con La puerta pintada. En esta ocasión, he querido continuar con la ambientación. Me ha venido muy bien porque me apetecía reflejar aquella sociedad de posguerra en la que todavía persistía la escasez y el hambre con las cartillas de racionamiento, aquella Zaragoza sucia de las calderas de carbón, con las calles cubiertas todavía de adoquines», describe Carlos Aurensanz.

Asentado como escritor de novela histórica y tras su debut con la trilogía que comenzó con Banu Qasi. Los hijos de Casio, Carlos Aurensanz se ve cómodo en el género pero proyectos como esta publicación le permiten alternar y descansar con el proceso creativo: «La novela histórica es muy exigente en cuanto al rigor histórico, es un poco constreñida a la hora de poder desarrollar la narrativa como te gustaría, pues te tienes que atener al guion, que son las crónicas históricas. Esto me ha permitido volver a esa cierta libertad narrativa», concluye.

Tras la comentada trilogía de Banu Qasi, Carlos Aurensanz publicó en el año 2015 La puerta pintada, novela de suspense cuyo inicio se da con la aparición de un cadáver junto al río de Puente Real, en el 1949, una tranquila ciudad de provincias en la posguerra.