José Luis Corral presenta esta tarde en el museo Pablo Serrano su última novela Los Austrias. El dueño del mundo, a partir de las 19.30 horas. Estará acompañado por Javier Fernández.

-Llegamos al final de la trilogía con El dueño del mundo...

-La tercera novela ocupa los últimos 20 años de la vida de Carlos V, que es un periodo determinante. Él está hundido y desesperado por la muerte de su gran amor, la única esposa que tuvo en vida, Isabel y a la que se mantuvo fiel. Tras su muerte está casi tres meses retirado, recibiendo noticias del Imperio y los problemas que le surgen pero parece que está al margen del mundo. Y él solo acaba reaccionando porque en Gante, su ciudad natal, se han rebelado contra él, y se da cuenta que si no reacciona y los somete va a perder el Imperio.

-¿Qué sucede a partir de entonces?

-Él se va allí y tras una represión tremenda, pacifica Gante y ya, ahora sí, se dedica a gobernar el Imperio. Y son los años de crecimiento del emperador, de sus grandes triunfos militares contra los protestantes, derrota a los turcos en el Mediterráneo, al rey de Francia, da incluso la impresión de que él va a construir por fin ese gran imperio mundial que pretendía pero a resulta de sus problemas con sus combates y con sus enfermedades se le complica todo.

-¿De qué enferma Carlos V?

-Sus últimos 20 años los pasó permanentemente enfermo de gota y con diferentes achaques. Él comía muchísimo, una de sus comidas consistía en 20 platos y se bebía entre 4 y 5 litros de cerveza, las comilonas son tremendas. Él se hace mayor y entra en desesperanza porque no ha conseguido ese imperio mundial y lo sustituye por dos mundos, el mundo alemán y los territorios hispanos. Acaba retirado en el monasterio de Yuste los dos últimos años de su vida con muchos dolores.

-Antes de eso aún tiene tiempo para conocer a otra mujer.

-En la primera novela había un secreto, que es que Carlos dejó embarazada a Germana de Foix, su abuelastra, y tienen una hija, Isabel, que nace en la Aljafería pero este nunca quiso reconocerla por el escándalo monumental que sería. Y esta tercera entrega acaba con su segundo gran secreto. Tras doce años y medio casado, desesperado por la muerte de su mujer, lo que hace es retirarse del mundo pero antes conoce a una joven alemana, Bárbara Blomberg, de 19 años. Se enamora porque probablemente se parecía a Isabel, le recuerda la imagen de su gran amor y lo que hace es dejarla embarazada. Y de él nace un niño al cual no reconoció al principio aunque lo trajo a España donde se educó. Pero poco antes de morir piden que le traigan al niño el cual no sabe que es el hijo del emperador y es él el que le dice ‘yo soy tu padre’ y no el secretario del emperador que es el que lo había criado. Y en un documento anexo a su testamento le dice a Felipe II, su hijo legítimo, que este es su hermano pero que ese documento no se haga público hasta la muerte del emperador. Felipe lo cuida como si fuera un príncipe y este niño es Don Juan de Austria, el de la batalla de Lepanto.

-¿Tan enfermo estaba en el monasterio de Yuste?

-Él muere en septiembre en 1558 en unas condiciones muy lamentables. Yuste es un pequeño palacio que se mandó construir. Hay una silla camilla que le construyeron sus carpinteros para que nadie pudiera tocarlo porque estaba tan enfermo que cualquier roce le provocaba unos dolores tremendos. Él sufrió mucho en los últimos años, tenía gota porque era un glotón empedernido. En algunas campañas militares hay que llevarle en camilla porque no se puede ni mover. A veces, sus secretarios le presentan documentos para que los firme y ni tan siquiera puede hacerlo, tienen que pasar dos o tres días para que pueda coger la pluma.

-La parte de ficción surge de la familia Losantos.

-Me inventé una familia de médicos conversos, Losantos, que es el contrapunto de la novela. Los hice médicos judeoconversos porque así estaban muy próximos a la familia del emperador, podían ver sus intimidades, conocer sus secretos más ocultos y esos son los pilares literarios que sostienen la novela, la ficción y la dinastía de los Austrias.

-Hábleme del papel de las mujeres en la casa de los Austrias.

-Las mujeres tienen un papel fundamental. Las hermanas de Carlos, sus tías, sus hijas... utilizó a las mujeres de la familia, hasta 16, que siempre cumplieron lo que él dijo, tenían la obsesión de cumplir la voluntad de Carlos. Es un juego político, va casando a sus hermanas, colocando a sus hijas, a sus tías, siempre por cuestiones políticas. Por ejemplo a la hermana mayor, Leonor, que la había casado con el rey de Portugal que se había muerto la casó con el rey de Francia en segundas nupcias. Él sabía que no iba a ser feliz con Francisco I de Francia, y a pesar de todo la obligó a casarse para ver si podía pacificar las relaciones con Francia, algo que nunca ocurrió. Eran verdaderas monedas de cambio.

-¿Estamos ante uno de los grandes personajes de la Historia?

-Es uno de los cinco grandes personajes en cuanto a poder y fuerza de la historia de la humanidad. El problema es que los españoles no lo consideran uno de los suyos y, por otro, los alemanes y flamencos tampoco lo ven como uno de los suyos.

-¿Eso le afectó?

-Él se sintió al margen del todo. Probablemente esa especie de melancolía eterna que él tiene, no se ríe nunca, está siempre triste y apesadumbrado viene de ahí. Y también de que tiene que soportar en el peso de los hombros la política mundial, todo el mundo depende de él. Hay problemas por todas partes... pero sí, es uno de los cinco grandes personajes de la historia de la humanidad, a la altura de Alejandro Magno, Julio César, César Augusto, Gengis Khan y algún otro.

-¿Hubo problemas en su sucesión?

-El problema está en la división de sus dominios. Los alemanes no querían que un emperador alemán fuera también rey de España porque siempre había conflictos. Carlos hace un pacto de familia y a su hermano pequeño Fernando, al que había prometido que heredaría el imperio, cuando abdica en Bruselas se lo da. Eso sí, después de un conflicto familiar tremendo porque Felipe quería ser emperador pero con la intervención de las hermanas de Carlos, Fernando se queda con el imperio y Felipe será el rey de España y se queda con los Países Bajos, Italia… Ese juego de poderes es tremendo y ahí es cuando aparecen las dos ramas de los Austrias que se mantuvieron hasta su desaparición.