'La conquista', que ha publicado la editorial Tigres de Papel, es un libro de versos vigorosos, como aquellos pioneros que se adentraban en el Oeste inexplorado para, efectivamente, conquistarlo. Y es que mucho de ello tienen los poemas de Juan Carlos Elijas, sobre todo en la primera parte, en la que se cuenta precisamente un viaje a los Estados Unidos, lleno de referencias poéticas pero también de cine, rock y otras manifestaciones de cultura popular.

Es esta una de las virtudes más notables de 'La conquista': su mezcla de registros, de referencias que se combinan con buenos resultados, debido al buen fluir rítmico de sus versos. Hay también mezcla de registros en el desarrollo del poemario, que tiene muchos puntos dinámicos al igual que momentos de introspección y cruda meditación filosófica, que recuerdan a un vaquero que al final del día, tras haber cabalgado por la pradera y luchado contra algunos indios, miraba el horizonte crepuscular y se interrogaba por la razón de su ser.

'La conquista' bien puede leerse de hecho como un relato, y su voluntad narrativa es tan clara que incluso se permite el suspense, como al final de la primera parte, importante punto de inflexión del poemario. También su estructura circular es muy narrativa, con un viaje de ida y otro de vuelta que encierran otro periplo, este interior y reflexivo. Y también se asemeja a un relato la manera en que el autor dibuja a sus personajes, no solo al yo narrador de muchos de los poemas, sino a esa Eva María ausente pero esencial, o ese Manolo Village viudo y dueño de un bar donde se lee Cathay.

Por estas características, no es descabellado calificar a 'La conquista' de poema épico, pero de una épica contemporánea con un héroe próximo al superhombre de Nietzsche, que aprovecha la cercanía de la muerte para hacer una reivindicación de su existencia, de su conquista.