Las primeras viñetas de ‘La balada del mar salado’ en las que Hugo Pratt (1927-1995) presentó al mundo en 1967 a Corto Maltés, antes de que se convirtiera en el icónico marinero del cómic, mostraban al personaje atado sobre unos maderos tras ser abandonado en medio del océano Pacífico por una tripulación amotinada. ¿Qué le había pasado? El guionista Juan Díaz Canales y el dibujante Rubén Pellejero, que en el 2015 asumieron con éxito el reto de continuar la mítica serie (primero con ‘Bajo el sol de medianoche’, luego con ‘Equatoria’), trazan ahora una veraz precuela buscando el origen del personaje en ‘El día de Tarowean’, que termina donde empezó aquella primera historieta.

La nueva aventura, que publica Norma, en castellano y catalán y en doble edición en color y en blanco y negro, empieza en los Mares del Sur el 1 de noviembre de 1912, que los marinos de las islas Fidji llaman el día de Tarowean (día de las sorpresas). Rescata un universo que evoca a Robert Louis Stevenson, Jack London, ‘La vida es sueño’ de Calderón de la Barca -“el juego entre el sueño y la realidad es muy prattiano”, apunta Díaz Canales (Madrid, 1972)- o el Sandokán de Emilio Salgari: “Es el mundo de los rajás blancos, el reino de Sarawak [Borneo], que en los estertores de los imperios coloniales fundó un inglés [lord James Brooke, contrabandista y aventurero] que se convirtió en rajá”, añade.

Viñeta de 'El día de Tarowean' / DÍAZ CANALES Y PELLEJERO

Es un escenario donde no faltan los cortadores de cabezas ni personajes reales capaces de fascinar al guionista de ‘Blacksad’ (Premio Nacional de Cómic 2014), como August Engelhart, “un loco naturista alemán que montó una secta en las islas Salomón donde solo se alimentaban a base de cocos porque creía que solo así sobrevivirían a un mundo que se iba a acabar”.

Siguen ambos creadores fieles a su voluntad de crear “una obra de autor que respeta la atmósfera y peculiaridades de la serie pero fusiona elementos de Pratt con aportaciones propias”, explica Pellejero, creador de Dieter Lumpen (Badalona, 1952), quien sintió la curiosidad de remontarse al origen de aquel primer álbum. “Tenía dudas sobre retomar aquel Corto inicial aún no bien configurado, ‘destroyer’, arrabalero y lumpen, o mantener elementos del porte y elegancia que caracterizan el resto de la serie. Al final hice una fusión de ambos en un Corto moralmente aún por construir”.

Viñeta de 'El día de Tarowean' / DÍAZ CANALES Y PELLEJERO

En ‘La balada del mar salado’ “había pocas pistas sobre el personaje, sabes que él y Rasputín eran piratas al servicio del Monje”, constata el guionista, que recuerda que “Corto no es un ángel, es un personaje violento, que con Pratt mató a muchas personas porque vive en un mundo conflictivo de los primeros años del siglo XX”. “No queremos quedarnos con el marinero romántico porque tras él hay mucho más”, añade. Pero Corto siempre opta por proteger al oprimido, el débil o el marginado, esta vez una joven inválida venerada cual sirena como diosa del mar, y un joven príncipe encarcelado.

Ecología y emancipación de la mujer

En esta historia caben también temas tan actuales como la ecología o la emancipación de la mujer. “No es anacrónico, aparecen de forma natural. El primero a través de un pueblo indígena, que son los primeros que siempre han podido ver que la sobreexplotación de la naturaleza era un peligro para ellos y para el ecosistema”, explica Díaz Canales refiriéndose a la tribu de los dayaks, que vieron cómo las potencias coloniales expoliaron sus recursos, como el árbol de la gutapercha (cuya salvia produce una goma similar al caucho), deforestando sus bosques. Sobre el poder femenino, recuerdan, “no es difícil encontrar matriarcados fuera de la sociedad occidental”.