La pandemia y sus circunstancias han supuesto una sacudida de la cotidianidad que han sufrido todos los aspectos de la vida. Esta presencia omnipresente abre la pregunta de cómo van a marcar la literatura de los próximos tiempos las imposiciones del coronavirus. Ha habido quien, entre el optimismo y las ganas de insuflar algo de moral, ha recordado que la peste de Florencia en el año 1348 trajo como consecuencia indirecta el Decamerón. Es decir, que hasta de los momentos más oscuros de la historia puede surgir un rayo de luz que ilumine hacia la salida.

Probablemente el holandés Cees Nooteboom disienta de ese aspecto positivo que se le pueda encontrar a la pandemia. Es la impresión que deja la lectura de Despedida, su más reciente poemarioDespedida, publicado en edición bilingüe por Visor y subtitulado inequívocamente Poema en tiempos del virus, cuyo tono no puede decirse que deje mucho atisbo a la esperanza. Es interesante prestar atención a lo que explica el autor en el prólogo, y que da una idea de cómo se gestó el poemario, algo que no siempre es posible ver en la creación poética.

Tal y como cuenta Nooteboom, los poemas de Despedida habían comenzado a crear su propio camino cuando se cruzó la sombra del nuevo virus, con su toque de muerte, desolación y silencio. Esa atmósfera un tanto irreal y habitada por preguntas que no tienen fácil respuesta -y menos si se cuestionan sobre la propia existencia- se extiende a lo largo del libro tiñéndolo de tonos grisáceos y sin mucho lugar para la esperanza.

Construido en tres partes de once poemas cada una, esta Despedida es un recorrido que hace el poeta desde sus recuerdos y pensamientos a través de un lenguaje sombrío y sin eco, lo que no significa falto de intensidad, antes al contrario. En estos poemas para leer con mascarilla es complicado averiguar si tras ella hay aún una sonrisa, o sencillamente si realmente hay alguien.