A pesar de su prolificidad, el bilbilitano Joaquín Dicenta debe buena parte de su fama a Juan José, un drama teatral que se convirtió en su momento en símbolo de la incipiente lucha obrera de finales del siglo XIX y principios del XX: igual que en la Noche de Difuntos era tradición burguesa representar el Tenorio, también era costumbre obrera poner en escena el Juan José cada Primero de mayo.

Paradójicamente, hoy día se recuerda más a Joaquín Dicenta como iniciador de una saga familiar vinculada a la interpretación que como el fecundo autor que fue. Ahora, la colección Larumbe de Prensas de la Universidad de Zaragoza recoge dos obras suyas, con el interés añadido de su tono biográfico, lo que contribuye además a conocer algo más sobre la agitada vida de Dicenta. La solvente edición de Javier Barreiro y Ada del Moral ayuda a introducirse en los pasos y trayectoria de su autoprotagonista.

Bajo el título Obra autobiográfica el volumen recoge dos títulos, publicados en 1909 y 1913, y en los que Dicenta rememora sus años de juventud y bohemia. El primero es Idos y muertos, y efectivamente en él se recuerdan bastantes amigos y allegados del autor que dejaron este mundo, en muchos casos con más antelación que la debida. A pesar de ello, el tono es generalmente bienhumorado, aunque Dicenta no puede evitar que aflore su tan querida vena melodramática.

Encarnación, cuyo nombre da título a la segunda obra recogida, protagonizó uno de esos episodios melodramáticos, ya que esta infortunada amante de Dicenta se suicidó cuando él le planteó abandonarla. Este abrupto desenlace dejó huella en el autor, que no obstante logró sobreponerse al duro suceso para crear un seductor fresco costumbrista por el que se mueven los personajes -a diferencia de Idos y muertos, Encarnación está escrita en tercera persona-, atinadamente caracterizados.

'OBRA AUTOBIOGRÁFICA'

Joaquín Dicenta

PUZ