Creo recordar que la última vez que coincidí con Domingo Villar fue en un encuentro literario en Santiago de Chile, hará ya unos cuantos años. Acababa de publicar la segunda entrega de su serie del inspector Leo Caldas, a quien había hecho debutar con la exitosa Ojos de agua. Desde entonces, no había vuelto a publicar ninguna nueva novela, hasta ésta que acaba de aparecer, y que está teniendo el mismo o mayor éxito que las anteriores: El último barco.

Se trata de una historia policial, un enigma basado en la desaparición de una mujer.

Las características del suceso lo perfilarán desde el primer momento como un hecho inquietante, pero nada, ninguna pista, testimonio, nada sólido ayudará a Caldas a descubrir las razones de esa desaparición.

Su protagonista es una mujer gallega, ceramista de profesión, hija de un afamado cirujano con quien ella mantenía una relación conflictiva.

En su domicilio, una pintoresca casita colgada sobre el mar en las laderas de la ría de Vigo, Caldas, ayudado por su inseparable Estévez, otro agente de la policía nacional, que es de origen aragonés, analizará minuciosamente el domicilio, tratando de establecer, en primer lugar, si la ausencia de la dueña de la casa se debió a una escapada voluntaria, si algo la obligó a huir, o si habría sido secuestrada, incluso asesinada...

Ya en los primeros capítulos, Caldas mostrará al lector sus principales características, o virtudes en la investigación; sobre todo, una extrema meticulosidad. Esa pasión suya por el detalle invitará al autor a ir componiendo grandes cuadros no solo de hechos, episodios, acontecimientos; también de costumbres, tipos, voces, anécdotas...

Siendo en ese conjunto, y en la riqueza que comporta, donde el género de la novela policial, al que en una primera mirada se ajusta El último barco, resulta excedido y se engrandece con un volumen mayor. En páginas, para comenzar, pues es una novela larga, de setecientas páginas; que, sin embargo, en ningún momento se hacen pesadas, tal es la pericia del autor a la hora de combinar recursos narrativos, descriptivos, etcétera.

Muy destacable resulta asimismo comprobar cómo se documenta exhaustivamente sobre cualquiera de los elementos que componen la novela, desde la actividad de los especialistas forenses hasta las clases de los talleres de cerámica que impartía la mujer desaparecida. La ambientación de Vigo está conseguida.

Una novela que se enmarca en el nuevo género negro español, que tan excelentes resultados viene produciendo en los últimos años.

Un género que sigue siendo joven, porque no hay que olvidar que el primer detective hispano, Tomás González, alias Plinio, creado por Francisco García Pavón, no comenzó sus investigaciones, en su Tomelloso de ficción, hasta bien entrados los años sesenta. Los detectives norteamericanos, ingleses o franceses habían nacido mucho antes, pero los nuestros investigan tan bien como ellos.

Título: ‘El último barco’

Autor: Domingo Villar

Editorial: Siruela