Pepe Gálvez Miguel (Fuentes Claras, Teruel, 1950), crítico de cómics, difusor y teórico del medio, una labor que ha diseminado por numerosas publicaciones, ha encontrado, sin embargo, en su faceta de guionista y autor de novela negra gráfica la mejor forma de desarrollar su amor hacia la historieta. Casi siempre en compañía del dibujante Alfonso López, con el que obtuvo, en 2011, el Premio Nacional de Cómic de Cataluña con Mil vidas más. Ayer presentó en la librería La Pantera Rossa de Zaragoza su última obra, Llegará el invierno, que firma también con López, y hoy dedicará ejemplares en la Caseta Rossa de la Feria del Libro de la capital aragonesa.

-¿Cómo llega un chaval de Fuentes Claras a ser uno de los más importantes autores de cómic de España?

-Nací en Fuentes Claras, y muy joven trasladaron a mi padre, que trabajaba en Renfe, a Gerona. Pero paso todos los veranos en Fuentes Claras, donde está mi primer ámbito de socialización. En la infancia me gustaba mucho leer tebeos y compartirlos. Era una pasión. Se decía entonces que cuando pasabas de los pantalones cortos a los largos, dejabas los tebeos, pero en mi caso no fue así. Luego, entré en contacto con Alfonso López y me planteé hacer guiones para cómics. Surgió la posibilidad de realizar una historieta, en 1994, para el suplemento Presencia del diario El Punt de Gerona, y ahí nació mi primer guion, Asesinato en la mezquita, donde aparece el personaje que es también protagonista de Llegará el invierno.

-Un personaje que recupera tras 25 años ¿Cómo ha sido este retorno a los inicios?

-Teníamos claro que Asesinato en la mezquita era una historia que tenía que continuar, pero cambió la planificación del periódico y no pudo ser. Luego los capítulos de Presencia se convirtieron en novela conjunta para SOS Racismo. Y hubo varios proyectos para continuar pero no cuajaron. Así han pasado 25 años hasta que hace dos nos lanzamos ha realizar Llegará el invierno, que primero se publicó en Italia, en Aurea Editoriale, y ahora Navona la publica en España.

-¿Y cómo es Segis, el protagonista, que también habrá crecido durante este tiempo no?

-Segis lo creamos entonces inspirados en la figura de Manuel Vázquez Montalbán, en homenaje a la admiración que teníamos por su trabajo. Ya entonces era un periodista, y la verdad es que lo recuperamos para algunas tiras gráficas, pero no para una novela completa. Ahora sigue siendo un periodista pero trabaja en un medio digital porque su periódico ha sufrido un ERE.

-Cuéntenos algo de la nueva aventura en la que está metido Segis

-Bueno, la historia parte de una reunión de viejos amigos que habían compartido militancia antifranquista. Al día siguiente de esta fiesta, uno de ellos desaparece sin que nadie sepa por qué. Segis utilizará sus recursos de periodista para tratar de esclarecer qué ha pasado y conocerá cosas que no sabía de su amigo, de su relación con una prostituta, hay un asesinato... En realidad la historia tiene dos líneas de desarrollo que se unen; por un lado está la trata de blancas, por otro, la historia de la decadencia física del sexo masculino, que llega a desear cuerpos más jóvenes femeninos. Esas dos líneas juntas mueven la trama.

-En Asesinato en la mezquita denuncia el racismo, aquí la trata de blancas y en general toda su obra está impregnada de denuncia social. El género negro y el cómic se han convertido en un gran medio para mostrar el compromiso de muchos autores. ¿Por qué? ¿Qué características lo hacen tan apto? Más cuando el lector parece que solo busque una historia policiaca.

-Hay que distinguir entre la novela policiaca y el género negro. Dashiel Hammett, por ejemplo, es uno de los autores que pone las bases pues lo que escribe es intriga, sí, pero para hablar de situaciones sociales relacionadas con el poder y sobre todo con el poder económico, como hizo después Vázquez Montalbán con su Pepe Carballo. Hay una frontera que separa la legalidad de la ilegalidad y que el poder la traspasa con frecuencia, que está ahí y hay que exponerlo. Se ha dicho que hoy la novela negra es la novela social contemporánea. A la hora de hacer un cómic hay un componente cinematográfico, pues es imagen y texto, pero hay que organizarlo por viñetas y páginas. Y si el cine tiene el color y la iluminación, el cómic añade el trazo. Alfonso López, en mi caso, tiene un dibujo muy expresionista, un realismo deformado que acentúa la tensión de la narración y da fuerza a la imagen, lo que a su vez refuerza la historia y ayuda a crear ese dramatismo necesario para contar lo que quieres contar. Por eso el cómic es un buen vehículo para plasmar cosas pegadas a la realidad.

-Usted tiene un pasado de luchador social que además sufrió la represión franquista duranmente en sus carnes, tras las detenciones masivas en la Universidad de Valencia en 1971. ¿Cómo ha marcado ese pasado esa necesidad de denuncia social en sus guiones de la que hablábamos?

-Ha tenido una influencia clarísima, pues tengo una perspectiva de la sociedad que se trasluce en la narración y hagas lo que quieras plasmas tu forma de ver la sociedad. Y hay una relación con mi militancia, con las detenciones y las torturas que ha configurado una forma de ver la sociedad, y verla críticamente.