«Él se examina el rostro en el espejo de maquillaje de ella. Alza las cejas, enseña los dientes, sonríe. Luego vuelve a sonreír, más violentamente, enseñando las encías. Inclina la cabeza a derecha e izquierda, comprueba dónde se producen las sombras. Enciende la luz y le da la vuelta al espejo para verse en el cristal de aumento. Una delgada aguja plateada penetra en la imagen, la reluciente punta de la aguja, rodeada de un halo de luz. Parpadea. La aguja se introduce en la piel, la mano sostiene la jeringuilla con firmeza. Inyecta un poco aquí, otro poco allá, es solo un retoque, un pequeño relleno».

Primera página del primer relato de Días temibles, la nueva colección de A. M. Homes (Washington, 1961). El protagonista es un cirujano plástico. Se dispone a pasar el domingo rodeado de familia y amigos, esperando la llegada de su hermano, un tipo violento. Se está inyectando bótox. Pero si traemos el texto a colación no es por esa extravagancia, sino por el gesto de estirar la sonrisa hasta que se ven las encías. Ese podría ser el gesto que de manera simbólica contenga todo lo que Homes pretende hacer con esta colección, ácida e implacable como todas las suyas, pero tal vez algo más atrevida y desordenada.

DISTINTO TRATO

Los protagonistas de estas historias son, casi sin excepción, californianos ricos. Y extravagantes. El trato que les depara Homes puede variar en el tono: desde la delicadeza con que nos hace observar en ¿De quién es esta historia y por qué no se la puede sacar de la cabeza? a una mujer que camina sobre espinas de rosa para clavárselas en la planta del pie, hasta la hilarante (sección humor negrísimo) Un premio para cada jugador: una familia acude al supermercado como si participara en un reality en el que gana quien consigue pasar antes por la caja con la compra hecha; sin embargo, por el camino, el hallazgo de un bebé que se deja llevar felizmente por esa nueva familia, previa compra de todos los artículos necesarios para acogerlo en casa, más el desmán que convierte al padre en candidato repentino a la presidencia de Estados Unidos, nos sumergen en un relato surrealista... pero no tanto.

RETRATADOS EN LA EXTRAVAGANCIA

En todas esas extravagancias nos vemos, aunque sea muy de lejos, algo retratados. O al menos, por medio de la mirada de A. M. Homes, encontramos acceso a un mundo que no nos parece imposible. Otra cosa es cuando la autora decide dar el paso definitivo al realismo mágico, como ocurre en los relatos Tu madre era un pez y Punto Omega. Ahí, la aparición de sirenas y gente que levita señala otros derroteros para el libro.

Homes es una gran dialoguista. Algunos cuentos, como Todo genial menos por la lluvia, podrían servir directamente como guiones para un relato firmado, o para una lectura teatral. En prácticamente todos los demás, el diálogo acompaña a la acción, adaptándose para representar la cháchara superficial de la fantástica California o, al contrario, para dejar sobre el papel el difícil relato de la intimidad.

En este sentido es probable que el relato más importante del libro sea Días de ira, en el que se nos narra un Encuentro sobre Genocidio(S) al que acuden, cada uno por su cuenta, un experto corresponsal de guerra y una escritora de ficción que acaba de publicar una polémica novela sobre el Holocausto. Aparte del no tan previsible affaire, se nos brinda la ocasión de reflexionar una vez más sobre la autoridad de la ficción para fijar la memoria.

‘DÍAS TEMIBLES’

A. M. Homes

Anagrama

302 páginas