Ejerció la abogacía durante años y en 2010 la abandonó para dedicarse a la escritura. Desde entonces ha publicado varias novelas, entre ellas La casa de los amores imposibles, Niebla de Tánger (fue finalista del premio Planeta) o Rómpete, corazón, que este lunes ha presentado en la sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

-¿Le molesta que le pregunten si se siente más abogada o escritora?

-No, no me molesta. Me siento escritora pero también abogada o por lo menos no desvinculada del mundo del Derecho. Al final es la palabra o la retórica lo que une la Literatura y el Derecho, porque se trata de convencer al juez o al lector.

-El favor del público y de los premios lo ha tenido desde el principio. ¿Es un reto a la hora de abordar una nueva novela?

-Es un reto porque Rómpete, corazón es una novela diferente, es una novela negra, que yo nunca había trabajado este género a fondo. Es un thriller, con una investigación policial, uno de los personajes es un investigador muy clásico, es alcohólico, adicto a la prostitución, con un pasado tormentoso, que se implica en el caso por una mujer.

-Hay muchas referencias al cine.

-Sí, es que me apasiona el cine. Creo además que la época que vivimos hay un mestizaje de géneros.

-No hay preámbulo, empieza la novela ya con el conflicto. Una niña desaparece de su casa, igual que pasó con su hermana doce años antes.

-Es una influencia de Shakespeare, entras y te encuentras al personaje en modo catártico. El personaje ha sufrido ese desajuste en su vida.

-Llama la atención el título, un verso de 'Hamlet', pero suena a imperativo.

-Me pareció muy impactante porque en la novela hay una trama de un personaje que es muy semejante a la de Hamlet, la pérdida de un padre, el casamiento de la madre con el tío y un deseo de venganza. Y luego porque hay una frase de la novela que dice que para dejar de sufrir necesitas que se te rompa el corazón del todo. A veces para pasar el duelo necesitas asumir las cosas que han pasado y sufrir para dejar esa piel atrás para renacer.

-Todos los personajes tienen el corazón roto.

-Sí, son personajes que tienen que refrenar la lengua porque hay secretos de familia y sienten que no son libres. No saben cómo actuar ni cómo librarse de ese peso que muchas veces es la culpa y que no saben manejar. Cuando tú no puedes hablar el sufrimiento es mayor.

-Queda poco margen para la felicidad.

-(risas) Es una tragedia, está inspirada en las tragedias de Shakespeare y en la griega porque hay una repetición de sucesos y eso nos aboca a un destino trágico. La tragedia está en el ambiente, porque es una novela negra pero juega con los cuentos de hadas, con la leyenda de misterio. Y es verdad que para algún personaje se abre una luz, una esperanza.

-Cómo definiría los personajes femeninos. Rosa, Blanca y Aurora.

-El papel de la mujer es una inquietud en mi obra. El tema del matriarcado vuelve a aparecer, e investiga qué transmite de madres a hijas; es como una impronta, una maldición que se trata en esta novela. Aquí habla de una locura congénita y también de un cuento de hadas de la familia y aquí parece que se hace realidad. La novela habla de contar la realidad desde la fantasía.

-Y luego están las figuras masculinas, Arturo, Ricardo...

-Las mujeres además de las que tiene voz están la abuela y la madre, pero los masculinos también son protagonistas, tienen su voz, como el detective.

-Es un antihéroe.

-Total. Está inspirada en Ricardo III, es un personaje muy oscuro, que no planteé desde el principio pero fue ganando terreno y se acabó imponiendo en la novela.

-La novela se compone de capítulos muy cortitos y escritos en primera persona, siempre según un protagonista. ¿Lo pensó así desde el principio?

-Al principio, sí, iba a ser Arturo, el extranjero que poco a poco se va acercando, pero fue como algo orgánico, al trabajar los personajes, la voz de ellos apareció de una manera muy fuerte. Fue como si los personajes me pidieran su propia voz, y lo seguí. Es más arriesgado y más complicado de armar porque también juega con el tiempo pero para mí también fue como un reto, para así crecer como profesional, para salir de la zona de confort. Requiere implicación del lector, que juegue a ser detective. Es una novela que más que quién es el malo, lo que importa es el porqué.