El periodista y escritor Fermín Bocos ha conjugado, conjurado sus dos vertientes narrativas en la elaboración de su nueva novela, Algo va mal (Destino).

Un thriller, realmente, con el que el lector se ve sorprendido desde el capítulo uno, porque ya en las primeras páginas un magnate de la prensa española aparecerá muerto en extrañas circunstancias en la habitación de un hotel holandés.

A partir de ahí, Bocos nos trasladará a diversos escenarios (otra de las características del género) en alas de diferentes tramas (asimismo elemento paradigmático del thriller) destinadas a converger en un tema nuclear que subyace a lo largo de toda la novela: el del poder, más global y eficaz cuanto mayor sea el dominio sobre sus más próximos y peligrosos competidores.

En Algo va mal (siendo, realmente, muchas las cosas que se han torcido, tanto en la novela como en la sociedad, la nuestra, la actual, que la ficción quiere representar) abundan los personajes extremos.

Ninguno de ellos resulta, ni mucho menos, increíble, pues nada de lo que sucede o puede suceder en el seno, en el secreto mundo de las grandes finanzas deviene tan insólito como para resultar siquiera improbable.

Si en ficciones como ésta, tan entretenida, y a la vez tan seria, de Fermín Bocos, se habla de mafias internacionales con sede en bancos de Gibraltar, es porque esas bandas y cuentas se pueden contar con los dedos de muchas manos; si el autor nos dibuja el personaje de un asesino a sueldo que opera con tanta eficacia y frialdad como si tuviera de hielo el corazón y el gatillo es porque no sólo puede existir en su modelo, sino que realmente esa clase de sicarios están a la venta, a disposición de cualquiera que pueda pagar su caché criminal; si Bocos se refiere a las manipulaciones del Club Bilderberg y otros aparentemente selectos foros de la economía mundial, es porque en sus sesiones se ventilan claves relevantes para el futuro próximo de las democracias occidentales y nuevos mercados en el Tercer o Cuarto Mundos; si el escritor, avezado periodista con múltiples fuentes y experiencias, sugiere que la policía española se dedica en ocasiones a menesteres no coincidentes con sus más estrictos contenidos, será porque esa clase de irregularidades se produce con mayor frecuencia de lo sospechable; y si, del conjunto de la lectura de Algo va mal se desprende que los motores de la sociedad, la casta financiera, la seguridad, la opinión pública, están intervenidas, envenenadas por elementos nocivos, será porque es verdad.

Por lo demás, hablamos de una novela sumamente amena y escrita con tal facilidad y soltura que sus capítulos de desvanecen a los ojos del lector transcurriendo a su memoria argumental a la espera de un desenlace al mejor estilo de la novela policíaca.

Pero es el thriller, con su frenético ritmo, sus personajes marcados, simultaneidad de acciones y cambios de escenarios, el género que una vez más atrapará la atención de los lectores/as, seducidos por un maestro de la moderna novela de intriga.